martes, 13 de mayo de 2008

IPC, nuevo índice para un nuevo modelo

La semana pasada, el Jefe de Gabinete anunció la implementación de un nuevo mecanismo de medición del Índice de Precios al Consumidor, en reemplazo del actual que data de octubre del año 2000. El anuncio provocó diferentes reacciones, algunas de ellas con el fin de desacreditar los cambios. La prensa se obstina en fomentar un debate forzado con razonamientos colmados de saltos lógicos, inexactitudes o, directamente errores. Sin embargo, distintos especialistas locales coincidieron en la necesidad del aggiornamiento del IPC y en la aceptación de los cambios propuestos. Dichas modificaciones implican principalmente la adopción de un nuevo punto de vista para interpretar la realidad social y económica del país. Es innegable que, en las actuales circunstancias, de surgimiento de un nuevo paradigma socio-productivo, estamos ante un país distinto de aquél en el que se diseñaron los instrumentos de medición actualmente en uso. Así, luego de meses de debate acerca de la labor de la principal Oficina Estadística del país, nos encontramos con que el INDEC replantea la forma en que se mide el pulso de este sistema económico-social. Tarea que no es nada sencilla. Es incuestionable que las estadísticas oficiales constituyen un elemento indispensable en el sistema de información de una sociedad democrática: proporcionan datos para el diseño, desarrollo e implementación de políticas económicas y de control de las expectativas inflacionarias. Sus objetivos deben guardar relación con el modelo de desarrollo económico en vigencia. Nadie duda que la producción de información oportuna, diversificada y confiable sea una condición vital para que la sociedad pueda tener un adecuado conocimiento de lo que ocurre, y una forma de monitorear el camino recorrido y decidir los cambios a realizar al rumbo.

Para el diseño del nuevo IPC se tomaron en cuenta los aportes de especialistas de otros países, como Francia, España y Estados Unidos -donde el Índice de Precios determina el pago de las pensiones y afecta los aumentos anuales de los trabajadores de muchas empresas-, con quienes se sostuvieron largos intercambios en los últimos meses a fin de recoger las experiencias internacionales en materia de medición de precios y las soluciones adoptadas. Finalmente, dichos especialistas, junto a los del INDEC, realizaron en Buenos Aires una jornada de trabajo con presentaciones y análisis temáticos sobre el IPC, la cual sorprendió a propios y extraños por su elevado nivel técnico, a la vez que puso luz sobre la enorme complejidad que requiere la elaboración de este tipo de estadísticas, contradiciendo lo que muchas veces se afirma livianamente desde algunas “consultoras” interesadas que hacen índices de precios en tres minutos a pedido de cualquiera que lo requiera.

¿Qué cambia? Sin alterarse en forma fundamental la metodología utilizada hasta hoy, los principales cambios están relacionados con la selección de la canasta de bienes y servicios a medir y la inclusión de canastas móviles para los rubros de frutas, verduras e indumentaria. A partir de la nueva medición, la canasta se reduce de 818 a 440 bienes y servicios a ser computados. Luego de casi diez años sin actualizar, en un mundo cambiante, dentro de una economía globalizada –y en una Argentina que en los últimos años incorporó casi cuatro millones de personas al consumo-, el conjunto de variedades relevadas no reflejaban la realidad del consumo de la mayoría de los hogares al día de hoy, y cuya medición generaba una enorme distorsión. De allí la necesidad de una canasta que refleje estos cambios. Con los resultados de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares 2004/2005 en la mano, se seleccionaron los 440 productos y servicios que representan el patrón de gastos de más de dos terceras partes de la población e implica el 77 por ciento del consumo. Asimismo, ahora se respetará la distribución de la población en todo el territorio del Gran Buenos Aires, sin sesgos hacia las zonas más caras de la Ciudad de Buenos Aires, tal como se fueron dando en los últimos años, según explicaron los expertos del INDEC.

La incorporación de canastas móviles es otra innovación introducida. Las variaciones en la importancia de la participación de ciertos bienes en el gasto de las familias a lo largo del año, implicaba que en los meses en los que no se obtienen precios para un producto estacional, se le imputara un precio “ficticio”, ya que no se encontraba a la venta, sesgando así los resultados. Con el nuevo método, si bien el conjunto de productos conserva su peso dentro del IPC, a su interior la ponderación de los bienes cambiará en función de la oferta disponible. Otros ajustes metodológicos, en línea con las experiencias internacionales recogidas, son la necesidad de realizar ajustes por calidad de los bienes. Con el transcurso del tiempo surgen dificultades para seguir la evolución de ciertos productos, por la desaparición de algunas variedades, la aparición de otras y los cambios de calidad de los que permanecen. Para una correcta medición de la variación de precios se incorporarán instrumentos estadísticos que permitan determinar en qué medida influyen los ajustes de calidad y así sólo computar la variación atribuible a precio. Los ejemplos más comunes son los productos de audio, video o informática.

Con las innovaciones anunciadas se cierra un ciclo de cambios negativos que han condicionado el enfoque de las estadísticas oficiales. Desde que el Instituto pasó a funcionar bajo la órbita del entonces ministro Cavallo hasta las gestiones de ex funcionarios -que expresan el ideario neoliberal y hoy son “críticos mediáticos” de la estadística oficial- se intervinieron los programas del organismo para imponer su visión interesada.

Ante una nueva realidad –en un escenario económico que sigue y seguirá siendo favorable-, una nueva mirada era necesaria.

Buenos Aires Económico, 13 de mayo de 2008

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