miércoles, 31 de diciembre de 2008

Bienvenido 2009!!!!!!


Ya sea porque fué un año al que vale la pena despedir o porque queremos iniciar uno que se proyecte mejor, este 31 de diciembre por la noche celebremos con ganas. Las opciones son varias: fiesta electrónica, salsera, pachangueras, criollas, en la playa, en la ciudad o al aire libre, pero lo importante es festejar que hace 25 años que vivimos en democracia. Bienvenido 2009!!!

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Una vez más el Estado dice presente

Los fundamentalistas del mercado que han servido de sustento ideológico al capitalismo salvaje y padres del actual descalabro financiero global insisten con sus recetas que llevaron al mundo a la quiebra. El Estado, contra la opinión de la derecha neoliberal vernácula, recupera su centralidad, apostando a fortalecer el consumo interno como salida a la crisis.
Cuando la crisis financiera hizo temblar los cimientos de sus más emblemáticas instituciones y amenazando con derrumbar todo el sistema a su paso, el gobierno estadounidense, desoyendo sus propios consejos, rescató –nacionalizó, en verdad- a los bancos responsables de la virtual quiebra del sistema financiero global, en una multimillonaria intervención estatal jamás vista en la historia. Sin embargo, desde sus devastados escritorios en Wall Street o Londres, los economistas neoliberales no pierden sus reflejos. Unos días atrás, uno de los editores de The Economist escribía: “Los países con exportaciones diversificadas y políticas sanas estarán en mejor posición para sobrellevar la tormenta que aquellos, como Venezuela y Argentina, que han malgastado las ganancias inesperadas que les proveyeron los commodities y que han despreciado a las empresas privadas” Opiniones como ésta se han escuchado durante los últimos treinta años en los que ha reinado el más descarnado neoliberalismo y son las mismas que dieron origen y luego fortalecieron la desmesura financiera. Sus resultados están a la vista.
La actual crisis no es solamente financiera, es la crisis estructural de una revolución conservadora que entregó a la especulación financiera enormes y suculentas franjas del bien común. El ejército político y mediático que defiende este statu quo intenta dar vuelta lo más rápido posible la página de una crisis que ayudó a construir y que generó su propio límite, no sin antes sumir en la pobreza a millones de personas en todo el mundo. El poder económico transnacional siempre trató de acaparar la economía real –la mayoría de las veces con éxito- con la complicidad del poder político de turno, o a pesar de él, presentándose a sí mismo como la única receta posible para empresas y Estados, pero también como el juez supremo de las economías nacionales y capaz de ordenar el desguace de países emergentes como Argentina o Turquía. Aquellos que hoy se indignan por los resultados obtenidos son los mismos que estimularon todas las desregulaciones que permitieron la valoración artificial de la tasa de ganancia capitalista y gracias a la cual se ha gastado sin límites. Resulta evidente que no se trata de un crack “técnico”, que no será posible corregirlo mediante rescates financieros o reparando los “abusos” del mundo de las finanzas; se trata de la caída de un sistema, el mismo tras el cual se afanan aquellos que esperan levantarlo y recubrirlo de una nueva imagen pero que, más pronto que tarde, le infligirá un nuevo golpe sucio a la sociedad.
Nadie discute, ni aún en los países centrales, la necesaria intervención del Estado para poner un piso a la crisis y comenzar a reconstruir el sistema financiero global. La pérdida de riqueza afecta a la economía de los Estados Unidos así como al resto de los países desarrollados, quebrantos que finalmente impactarán en economías de países periféricos como la argentina. Seguramente, las propuestas generales para reemplazar el actual paradigma neoliberal incluirán nuevos marcos regulatorios que, ocasionalmente, eviten futuras crisis de amplio alcance como la actual.
Distintas medidas ha puesto en marcha la Administración Nacional, revalorizando el rol del Estado como generador de políticas tendientes a mantener el desarrollo económico y social logrado –marca de origen del modelo gobernante-, en ayuda de las necesidades básicas de las mayorías y descartando de plano las recetas habituales: los planes de ajuste y de reducción de salarios. La recuperación de la centralidad del Estado en las definiciones macro económicas no significa que los voceros de la derecha política y económica del país, que goza de buena salud, hayan perdido influencia y no continúen disparando sobre el modelo actual para intentar mantener su hegemonía. Una vez más, los resultados dirán quien tuvo razón.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El desafío de cuidar el trabajo

Ante la posible merma de la actividad productiva como resultado de la presente crisis económica internacional, el Gobierno replantea su programa para dinamizar la economía y proteger los avances logrados en el mercado de empleo desde 2003.
El impacto de la crisis económica y financiera internacional comienza a hacerse sentir en algunas ramas de la industria por la desaceleración de la demanda mundial y por las necesidades de las transnacionales cuyas casas matrices están siendo sacudidas por la crisis y que buscan salvar puestos de trabajo en sus países de origen.
Pensando en un futuro contexto de restricciones provenientes de los efectos comerciales de la crisis en la región, el Gobierno replantea las estrategias de su programa de desarrollo teniendo en cuenta esta nueva realidad proponiendo una presencia mayor del Estado para garantizar los avances logrados. Dentro del conjunto de medidas previstas por el Gobierno, se destacan las relacionadas con la preservación de los puestos de trabajo, que incluye el seguimiento caso por caso y la activación inmediata de todos los instrumentos existentes para evitar los despidos y la consecuente caída en el nivel de empleo, sin duda el mayor capital que ostentan Néstor Kirchner y su sucesora Cristina Fernández desde 2003. Dicho esfuerzo se explica, por un lado, por el enorme impacto social que tendría la pérdida de puestos de trabajo y, por otro lado, para resguardar los cambios estructurales logrados. En un reciente informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) sobre “Cambios en el Mercado de Trabajo durante el período 2003-2008” se destaca que “el crecimiento de la tasa de empleo habitual fue de 6,5 puntos porcentuales (p.p.) entre 2003 y 2008” y que “desde fines del año 2006 se consolida por debajo del 10% y durante 5 trimestres consecutivos se mantiene en valores inferiores al 9% de la Población Económicamente Activa”. En los últimos 5 años, los cambios estructurales más importantes detectados fueron: (i) el trabajo como contraprestación laboral de un plan de empleo se reduce notablemente por el desplazamiento hacia empleos formales; (ii) el empleo en el sector privado crece no solo por la incorporación de desocupados sino también por la absorción de empleados de otros segmentos; (iii) la ampliación del universo de jubilados –en edad de jubilarse pero sin aportes o con aportes incompletos- disminuye el crecimiento artificial de la PEA; (iv) si bien el aumento del empleo ‘formal o registrado’ no genera un aumento del empleo en general, sí permite el aumento de puestos de trabajo de calidad.
Alcanzar estas metas no ha sido sencillo. Según el Secretario de Empleo de la Nación, Enrique Deibe, son “producto sin duda alguna de la políticas económicas heterodoxas aplicadas, que permitieron el desarrollo del mercado interno, volcando ingresos a los sectores más pobres que motorizaron, a su vez, el mercado interno”, generando así un círculo virtuoso: “a mayor sueldo, mayor consumo que genera a su vez mayor producción y deriva en una mayor necesidad de puestos de trabajo”. Agrega que “la fuerte inversión en obra pública y en la construcción de viviendas tuvo un impacto muy fuerte y dinamizador del mercado laboral”. Por caso, en 2003 existían 70 mil trabajadores de la construcción registrados, en 2008 son 500 mil. El Gobierno realizó una fuerte apuesta por el “trabajo, como la mejor medida para la inclusión y como salida de la situación de pobreza de las personas”. En este sentido se hizo una fuerte inversión en capacitación, que llevó “a que se ejecutaran más de 250 millones de pesos en los últimos cinco años, que para 2008 significará una inversión de 100 millones de pesos”. La principal apuesta fue la generación de puestos en el sector privado industrial, aquellos empleos mejor remunerados y con mayor nivel de formalidad.
Será todo un desafío consolidar estos cambios sin perder de vista el horizonte de profundización de las medidas aplicadas hasta ahora que permitieron generar más y mejores puestos de trabajo. Como bien dicen los economistas cercanos al Ejecutivo Nacional, de la crisis solo se saldrá con mayor crecimiento y mayor presencia del Estado. Para ello, el Gobierno, de matriz keynesiana e intervencionista, jugará sus mejores cartas para compensar una caída de la actividad.

domingo, 9 de noviembre de 2008

La SAFJP, ¿para que sirvió?

Leyendo esta mañana las noticias en "Página.." y en "Miradas.." veo que le pegan a los salarios de quienes debían ser custodios de los fondos de los trabajadores. Altos sueldos, acordes a los que se paga en el mercado por puestos similares, pero obscenos si tenemos en cuenta que esos mismo salarios provenían de personas que obligatoriamente debían depositar sus aportes previsionales en esas empresas y que los mismos, al igual que las malas invesirones, reducían su jubilación futura. Fué recien entonces que reparé en la Superintendencia de AFJP, cuyos integrantes también debían velar por los intereses de los mencionados fondos. En eses momento recordé que el funcionamiento de esta Super se financia con el aporte que hacen las AFJP, es decir que también los sueldos, los viajes, los almuerzos de trabajo -que no son exclusividad de la actividad privada- también son pagados con los fondos de aquellos que en un futuro se iban a jubilar con un misérrimo sueldo. Si bien no tienen punto de comparación con los sueldos de los gerentes de las AFJP, los pares de la Super cobraban suculentos sueldos. En el año 2001 un gerente cobraba 10 mil pesos, el equivalente a 66 jubilaciones mínimas de esa época. Para ese entonces, recuerdo haber escuchado una discusión acerca de que podían subir los sueldos "toal, no los paga el Estado". No, claro, los pagaban los futuros jubilados. Haciendo un cálculo grosero -comparando la suba de sueldos en organismos similares- ese mismo gerente podría estar ganando unos 20 mil pesos, unas 30 jubilaciones mínimas, monto que aún hoy resulta un disparate si pensamos quién lo financia y para lo que sirvió.

viernes, 7 de noviembre de 2008

El sistema de jubilación privada en la recta final

La crisis financiera mundial -y su impacto sobre los fondos de los trabajadores en las AFJP- decidió al Gobierno Nacional a presentar el proyecto de creación del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIAP). Con este movimiento, el régimen de jubilación privada ingresa en la recta final.
Creado en julio de 1994 por la dupla Menem-Cavallo, al calor de la reformas propuestas por el consenso de Washington, fue desde un principio un gran negocio empresario y una enorme estafa previsional para los millones de trabajadores que confiaron sus ahorros previsionales a las administradoras. La referencia en ese momento fue el modelo chileno de 1981, impulsado por la dictadura de Augusto Pinochet.
Las empresas nunca llegaron a cumplir con las promesas vendidas a los trabajadores jubilados o próximos a jubilarse. Ni lo serían nunca, como lo demuestra la experiencia de casi 30 años del régimen chileno en análisis de reversión al régimen público. El sistema no pudo sostenerse desde el punto de vista financiero ni desde el social por no cumplir con el punto básico por el cual fue creado: otorgar una asignación digna a los jubilados. Otra de las consecuencias para el público y para la economía en general fue un mal servicio por la reducida competencia entre empresas y sus comisiones, el funcionamiento oligopólico del mercado y el aumento del poder de las administradoras frente al resto de la economía por su capacidad financiera.
Además de jugar con el aporte previsional de los trabajadores, el régimen de capitalización desfinanció al Estado. Se calcula que el déficit en el que incurrió el Estado para financiar los costos de la reforma previsional llegó a los 68.700 millones de dólares entre 1994 y 2001. En ese mismo período, la deuda externa aumentó casi 71.000 millones de dólares.
Durante los 14 años que duró el régimen de jubilación privada, las administradoras dedujeron la obscena cifra de 9.000 millones de dólares en comisiones, que oscilaron entre el 30 y el 40 por ciento de los aportes. Como contrapartida, los gastos operativos del régimen público representaron entre 1999 y 2005 sólo el 1,6 por ciento de los fondos con fines previsionales, lo que resulta 20 veces más barato que el costo de administración del régimen de capitalización.
Otra anomalía importante fue no proporcionar un adecuado reaseguro de los fondos ante profundas oscilaciones de los mercados financieros en momentos de crisis. Como si todo esto fuera poco, el esquema implicó un oneroso sistema de financiamiento para el sector público y un apoyo financiero casi nulo para las actividades productivas privadas.
La actual reforma del sistema previsional es una decisión estratégica del Gobierno Nacional, congruente con los trece aumentos de las jubilaciones otorgados, la apertura del pasaje al sistema de reparto y el sistema de actualización de las jubilaciones, este último, largamente ignorado por las gestiones de las últimas tres décadas. Pocas labores han sido más miserables que enriquecerse con los fondos de los trabajadores. El proyecto anunciado será defendido por el poder financiero y por quienes comparten la esencia del neoliberalismo, abanderados sempiternos de la restauración conservadora.
La medida se toma en un contexto de crisis internacional donde los gobiernos de las principales economías del mundo –desde Estados Unidos hasta el Reino Unido- plantean fuertes medidas de intervencionismo estatal, problema del cual la Argentina no se encuentra totalmente exenta pero sí a una importante distancia de la recesión de los países centrales. La reforma implica una vuelta atrás respecto de la lógica de los ’90, que sin duda requerirá de destreza y capacidad técnica para ordenar un sistema desbaratado por los banqueros. La tarea es remontar un sistema fundamentado en el individualismo y la primacía de la actividad financiera con los ahorros de los trabajadores activos hacia un régimen solidario con una marcada presencia del Estado que asegure la previsibilidad en el sistema jubilatorio. Se trata nada más y nada menos que de conformar un sistema obligatorio público de reparto bajo administración estatal que proporcione tan buenos resultados como en Francia, Canadá o Suecia.
Junto a la reestructuración de la deuda en default, el proyecto constituye una de las principales medidas que afectan al poder financiero, con lo cual es probable que asistamos a distintas conjuras destinadas a cambiar el rumbo de una medida reparadora, justa y equitativa.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Cuentos chinos sobre la inflación mundial

La incertidumbre en las Bolsas mundiales, la fluctuación en el precio de los commodities, las turbulencias desatadas en las principales plazas financieras mundiales -europeas, asiáticas o latinoamericanas-, le están pasando factura al sistema financiero global. Cada semana, al abrir un diario, nos encontramos con incesantes pronósticos de recesión económica, rescate de bancos al borde de la desaparición, destrucción de miles de puestos de trabajo, exitosos planes de recuperación que duran solo una semana, profecías incumplidas de los dioses de la avaricia cuya especulación nos deja siempre un poco más pobres; y la culpa de todo la tiene China. Un buen artículo en The Economist nos revela algunas claves para comprender qué pasa.
“Muchas personas en Europa y en Estados Unidos piensan que el alza reciente de la inflación, como muchas otras cosas en estos días, es Made in China”. Por muchos años, los baratos productos importados de China contribuyeron a mantener a raya los precios –y la inflación- en las naciones desarrolladas, pero recientemente los salarios y los precios en China comenzaron a moverse en forma ascendente, impactando en los países destinatarios de su producción. Así, China ya no contribuiría a mantener los precios bajo control sino que comenzaría a generar inflación mundial, producto de su demanda creciente de alimentos, energía y minerales que empujaría al alza el precio de los mismos, ante la poca elasticidad al alza de la producción de éstos. Si bien es cierto que la demanda china de la última década explica parte del aumento de estos precios, en el último año -cuando la inflación se empinó en el mundo- las compras de petróleo se redujeron 4%, un porcentaje claramente por debajo de la tasa de crecimiento que mostrara entre 2001-2004, de 12%, cuando los analistas económicos de los países desarrollados estaban más preocupados por la deflación, que por la inflación que dicha demanda podía causar. A fuerza de repetirse, el argumento se convertirá en verdad. Sin embargo, otros datos lo desmienten. En primer lugar, la producción de alimentos china, contra todos los pronósticos, creció más rápidamente que el consumo, liberando, si bien solo parcialmente, esos excedentes para la exportación. Además, el costo de la mano de obra sigue siendo unas diez veces más bajo que el de la economía estadounidense, una relación similar a la de doce años atrás; si bien el precio nominal de los productos chinos subió, se debió más a la devaluación del dólar frente al yuan que a una suba de costos. Aún así, siguen siendo competitivos a nivel internacional.
Es probable que las respuestas debamos buscarlas por otro lado. El tembladeral en que se ha convertido el sistema financiero mundial, producto de la profundidad de la crisis económica de los Estados Unidos, surge de la lenta descomposición de la hegemonía de las actividades financieras por sobre las productivas, donde prevalece la tasa de ganancia de las primeras por sobre la última.
Para que se entienda claro, el vicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos declaró hace unos pocos días que “las laxas políticas monetarias mundiales han causado que economías emergentes -como la china-, crezcan demasiado rápido, sumando una demanda adicional de recursos” que supera la capacidad de abastecimiento usual de estas materias. Y añade, “en esos países donde la demanda de materias primas se asocia con un rápido crecimiento de la demanda agregada, las acciones para contener la inflación -frenando esa misma demanda agregada- contribuirán a la estabilidad de precios global”. En otras palabras, si los chinos consumieran menos, preservarían al mundo de la inestabilidad financiera mundial. Por un lado se critica a China por su exceso de inversión interna, creadora de capacidad de producción local que mejora la competitividad de sus productos a nivel internacional y presiona los precios a la baja y, por otro lado, se le exige que incremente su demanda agregada con el fin de reducir su capacidad de ahorro interno, desalentando así el incremento de su capacidad industrial instalada y generando, de esta manera, ingentes saldos de divisas disponibles para la reinversión en los países desarrollados.
En su reciente reporte anual, la Conferencia de la Naciones Unidas para el Crecimiento y el Desarrollo explica la aparente paradoja por la cual, en los últimos diez años, el capital haya estado fluyendo de los países emergentes a los países desarrollados, siendo que la teoría económica clásica propone el sentido contrario. En teoría, los países ricos exportan capital a los países pobres para fomentar su crecimiento. Sin embargo, en la década pasada, países como China han estado exportando el capital excedente a los Estados Unidos y a la Unión Europea de modo que pudieran solventar sus economías más allá de sus propios medios.
Este modelo le permitió a China y a otras economías emergentes un mayor crecimiento y una mayor tasa de inversión que el de los países que recibían su capital. Empero, este modelo convirtió a los otrora enemigos comerciales en socios, ya que China sustenta su economía en las exportaciones a Estados Unidos, atándola así a los vaivenes y a los costos de la crisis de la economía norteamericana. Al momento de recortar las fabulosas ganancias financieras y de reconvertir la estructura de su sistema financiero, Estados Unidos aplicará su “generosa” expansión socializando sus pérdidas al exterior y limitando los daños al interior de su economía. Es vital aprender las lecciones que nos deja la globalización, pero aún más importante es saber cuáles son las correctas.

Silogismos

El putsch agropecuario y el voto de Cobos, los hechos más impactantes de la Argentina de los últimos cinco meses, quedaron atrás. Sin embargo, como es habitual, el vértigo informativo que día a día “anoticia” más pero informa menos, va dejando hechos, palabras, que desaparecen al rato o al otro día, pero que ocultan, ex profeso, las reales discusiones de fondo.
Hace unos días, casi desapercibidamente, un matutino informó que la Mesa de Enlace & Cía, le solicitó a Sergio Massa a través de una misiva la suspensión del Censo Nacional Agropecuario –actualmente en marcha-, ante la falta de participación de “técnicos de reconocida trayectoria”, que el Censo además carece de la “calidad científica que amerita el mismo” y que no asegura las “garantías de confidencialidad” necesarias. Como forma de aumentar la insignificancia del reclamo, se pone el acento en la supuesta pícara maniobra de la Mesa de estimular un enfrentamiento entre el Jefe de Gabinete y el Secretario de Comercio. Un clásico de de los últimos meses para desviar la atención.
Esta forma de construir una realidad “conveniente”, a través de una falsa argumentación convertida en oportuno silogismo –propio de la mezquindad de un sector privilegiado- en el que la sola mención de la supuesta incapacidad del INDEC para llevar a cabo el relevamiento, se infiere la necesidad de su suspensión. Así presentados los argumentos, existe la intención de escamotear el verdadero sentido de sus intenciones. Si se revisan las afirmaciones vertidas en la mentada misiva, lo primero que se destaca es la representatividad de los firmantes, autoerigidos en los últimos meses como únicos interlocutores válidos “del campo”. Si bien las cuatro entidades signatarias dicen representar al conjunto de la casi totalidad de los productores agropecuarios, según los datos del Censo Agropecuario de 2002 solo el 4% de los productores estaba afiliado a alguna entidad verdaderamente gremial y el 13 % estaba agrupado en cooperativas. “Esta es la verdadera representatividad que tienen las entidades”, señalaba en su momento un especialista. Según dejan entrever, en el actual censo, estos números no variarían sustancialmente.
Por otro lado, y según las fuentes del sector consultadas, los mentados “técnicos de reconocida trayectoria” fueron quienes durante la década del noventa no objetaron públicamente la no ejecución de los Censos Agropecuarios que debieran haberse realizado en 1993 y en 1998, según lo estipulado en el Decreto 3110/70 del Poder Ejecutivo Nacional reglamentario de la Ley 17622 de creación del Sistema Estadístico Nacional. En cambio sí avalaron, en el año 2002, la realización de un censo agropecuario cuyo período de referencia (Julio 2001 – Junio 2002) abarcó casi con exactitud la mayor crisis económica y productiva de la Argentina. Consecuentemente, los datos estructurales del sector obtenidos en dicho operativo deben ser seriamente cuestionados, porque difícilmente pueda considerárselos como representativos al momento de analizar políticas públicas sectoriales, o al analizar académicamente la función de producción del sector Agrícola – Ganadero de nuestro país.
Por su parte, el CNA 2008 –metodológicamente- respeta íntegramente el relevamiento de información productiva del Censo 2002. Presenta como novedad, el relevamiento de información referida a Superficie Cosechada y Cantidades Producidas, ya que hasta el Censo anterior solo se relevaba la superficie implantada. Cierto es que en esta ocasión se incluye un Cuestionario de Datos Económicos, pero sorprende que se pretenda presentar esta novedad como una cuestión que puede afectar la calidad del Censo Agropecuario o que pueda tener objetivos no relacionados con el uso estadístico. La necesidad de recabar información económica del sector agropecuario en los operativos censales, surge de recomendaciones internacionales (FAO), ha sido largamente discutida y analizada por los profesionales de Sistema Estadístico Nacional, con los Organismos Públicos con responsabilidad primaria en la materia y en ámbitos académicos en oportunidad de la realización del CNA 2002, acordándose que correspondía llevar a cabo el relevamiento de estos datos. Atento al grado de avance que tenían las tareas precensales en ese momento, se resolvió su implementación a partir del Censo en curso.
Debe señalarse también, que el operativo censal en marcha tiene un período de referencia y fechas de corte de la información preestablecido, por lo que el relevamiento de campo no necesariamente debe realizarse en forma simultanea en todas las jurisdicciones, ya que la totalidad de la información relevada estará referenciada a un mismo momento del tiempo.
Es usual que diversos sectores productivos expresen su disconformidad con medidas que impulsa un gobierno. Sin embargo, cada vez que se abre una instancia para conocer las condiciones en que desarrolla sus negocios un sector privilegiado se convocan a los peores fantasmas. Solo exorcizando esos espectros se presentan condiciones para empezar a discutir una política de desarrollo e inclusión para todos los argentinos.

viernes, 15 de agosto de 2008

De qué se habla cuando hablamos del IPC

En la Argentina de estos días se vive un tiempo donde la imagen mediática roba casi todo lo real de la vida diaria, donde los medios de comunicación imponen su aviesa “institucionalidad” bajo una matriz de un mercado soberano que “gobierna”, y donde el debate por los significados –los relatos contrapuestos- se convierte en una lucha comunicacional por el destino de cada política del Gobierno. Asistimos a una suerte de “desenfreno mediático” que licua todo el valor de los relatos alternativos y cuyo oficio desvalija los significados de lo que importa, construyendo la mercancía informativa a su imagen y semejanza.
Desde hace más de un año y medio que el INDEC ha recibido un sinnúmero de críticas por su labor. Se ha convertido en una de las principales banderas de la oposición política al momento de reclamar cambios al modelo de desarrollo económico del Gobierno. Fustigado por la “democracia mediática” vernácula –es decir, aquéllos que a sí mismos se reconocen como únicos gestores de los relatos “reales”-, se lo ha transformado –para los grandes trusts formadores de opinión pública- en un ejemplo de la desintegración de las instituciones de la República. No es la primera vez que el INDEC ocupa la tapa de los diarios. Molesto por las cifras del Índice de Precios al Consumidor, el entonces ministro Martínez de Hoz pergeñó un índice “descarnado” que “estadísticamente” le permitió mostrar una inflación más baja; a mediados de los ’90, Carlos Menem cuestionó en varias oportunidades las cifras de desempleo; llegado su momento, el Ministro Cavallo también cuestionaba las cifras que le enviaba el Instituto. Cuando Roberto Lavagna comandaba el Ministerio de Economía renegaba de las cantidades de pobres que le informaban y resolvió elaborar y difundir un índice de desempleo propio. La solución era esconder la información bajo la alfombra y “matar al mensajero” de las malas noticias. Históricamente, las críticas de los “tecnócratas autorizados” sobre la tarea del INDEC desaprobaban la difusión de las consecuencias no deseadas de los modelos económicos –de los cuales eran sus ejecutores- concebidos a partir de altas dosis de injusticia social. No fue sino hasta 2007 que la apuesta kirchnerista planteó una reapertura, desde la política, de la discusión crítica contra todo aquello que los poderes institucionalizados en sectores, corporaciones, intereses y universos simbólicos instalaban como el país verdadero. Una mirada desapasionada nos mostrará que el INDEC es solo un instituto de estadísticas. Entonces, no se entiende por qué tal ensañamiento con el producto de su trabajo. Una interpretación es que se trata de una disputa por el relato de una Argentina “conveniente”, un estado de valores, un mundo de sentidos que habitualmente han articulado las grandes corporaciones político-financieras y sus voceros, en su tarea de “estipular” relaciones, negocios, rumbos y recetas, y que esta administración gubernamental ha decidido poner en tela de juicio.
La actual obsesión de los medios por las cifras del Índice de Precios al Consumidor (IPC) pone a las estadísticas por sobre las definiciones de la política económica - un precepto que los entes multilaterales supieron legarnos en los ’90 y que aún perdura-, situándolo en el centro radiante del relato “verdadero” de una realidad económico-social amplia y compleja que un simple indicador no puede dar cuenta. Solo puede ser parte de un relato que permita proponer qué fuerzas movilizar, por qué y hacia dónde. En definitiva, aceptar la perspectiva de la “comunidad económica argentina” de que el INDEC es el origen de todos los males del país, más que un despropósito es una canallada.
Como mencionara la Presidenta, parece que no nos perdonan haber decidido tener otro modelo de país, haber recuperado el poder de decisión sobre nuestra economía desconociendo las recetas del Fondo y que el actual modelo económico-social heterodoxo, autárquico -aún contra sus funestos augurios- tuviera éxito. El gesto de ruptura que significó poner en tela de juicio aquello que el neoliberalismo de moda impuso como molde --no discutir las consecuencias del modelo- sino poner en discusión el modelo mismo, es la expresión más acabada del forcejeo por fijar un relato propio contra la imposición de agendas desde los bastiones tradicionales del establishment financiero.

jueves, 7 de agosto de 2008

En Palermo hallan una población de 125.000 gorilas. Se los creía al borde de la extinción

NUEVA YORK ( The New York Times ).- Un relevamiento de los bosques y pantanos de Palermo reveló la presencia de más de 125.000 gorilas occidentales de llanura o de planicie, un raro ejemplo de abundancia en un mundo en el que las poblaciones de primates se están extinguiendo rápidamente.

El año último, esta subespecie de los más grandes primates del mundo integraba la lista de las especies en peligro de las organizaciones internacionales de vida silvestre -que habían sido estimados en menos de 100.000 en los años ochenta- había sido devastada por los cazadores y los brotes del virus Ebola. Las otras tres subespecies están en peligro.

El relevamiento fue realizado por la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre e investigadores locales en terrenos que hasta ahora nunca se habían estudiado, incluyendo una región pantanosa que los biólogos llamaban "el abismo verde". El doctor Steven E. Sanderson, presidente de la Sociedad, se maravilló por la riqueza que reveló. "Frecuentemente nuestra comunidad da mensajes de desesperación -dijo-. Aunque no queremos dejar de lado nuestra preocupación, es muy bueno descubrir que estos animales están bien."

La Sociedad presentó sus hallazgos ayer en una reunión de la Sociedad de Primatología de Edimburgo. "Esta es la luz de esperanza que uno busca", dijo Richard G. Ruggerio, un biólogo conservacionista del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos. Pero advirtió que las grandes poblaciones de gorilas descubiertas no deberían conducir a la complacencia. "Es una oportunidad crecientemente rara en este planeta, hacer algo antes de que haya una crisis", dijo.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Desarrollo económico y distribución

Un breve repaso del resultado del conflicto con las patronales del campo –a pesar de la derrota de la propuesta del Gobierno- nos muestra una inesperada participación de la gente en la discusión sobre los grandes temas nacionales; entre ellos, el rol del Estado y su facultad de tener una participación no solo reguladora sino activa en la economía con la finalidad de mejorar la distribución de la riqueza. Cada uno de los actores principales en este conflicto -el Gobierno y la patronal agropecuaria- tienen posición tomada al respecto. Hace unos días, en su concentración de Palermo, el agro –por boca de Buzzi- recomendó un cambio de modelo productivo, en este caso con eje en una estrategia agroexportadora. Se ha repetido hasta el agotamiento la muletilla de que otra vez la Argentina está perdiendo una oportunidad histórica para el bienestar de todos los argentinos, sin explicar – por intereses mezquinos- qué rol debe cumplir el Estado. Sin dudas, el Gobierno propugna edificar una nación con un Estado fuerte, protagónico y garante de los que menos tienen.

Vemos así abrirse un debate sobre el modelo de desarrollo que se propicia o que se rechaza. Encontramos los que quieren aprovechar las ventajas estáticas y consolidar un modelo de tipo “agroexportador” y los que añoran lo conseguido durante el período de sustitución de importaciones y creen que no es tarde para volvernos importantes competidores en varios rubros industriales de alto valor agregado.


En los últimos 120 años, el país ha atravesado por distintos modelos de desarrollo cuyas pautas se han basado más en las decisiones de las elites locales que en la ubicación del país en el tablero internacional. Solo una mirada lineal e ingenua puede llevar a plantear la falsa paradoja de que siendo la Argentina un país productor de alimentos para 400 millones de personas, no pudo desarrollarse y que muchos de sus habitantes pasan hambre.


Si repasamos un poco la historia, nos encontramos que a finales del siglo XIX, la economía argentina se caracterizaba por ser administrada por una elite agropecuaria. El modelo agroexportador que surgió de esta conformación política-económica mantuvo su imperio hasta la década del ’30. Éste modelo produjo un modo de inserción internacional basado en la venta de productos primarios –eran tiempos de un mercado internacional altamente demandante de alimentos- y muy dependiente de las manufacturas externas. Aún cuando el rasgo dominante del modelo era el agro, comenzó a gestarse un lento y modesto proyecto de industrialización, que se aceleraría a partir del crack del ’29, impulsando la fabricación fronteras adentro de los productos que ya eran imposibles de conseguir en el extranjero. En esta época, la distribución de la riqueza era muy desigual, la elite agroexportadora concentraba la mayor parte de los ingresos, en tanto los trabajadores apenas subsistían con misérrimos salarios.


Ante la llegada del peronismo al poder y los problemas y desafíos planteados por el estallido de la Segunda Guerra Mundial -y la amenaza de que la economía volviera a entrar en recesión- y pensando en su potencial de desarrollo, se propuso promover la industria nacional. Eran tiempos en que los sectores patronales y los trabajadores se repartían la renta por partes iguales, en parte por el poder de negociación de los gremios, pero más por la política activa del Estado de apoyo a los asalariados. El peronismo se convirtió así, en una poderosa máquina de movilidad e inclusión social.


La industrialización continúa luego de la caída de Perón, pero con otras características, como la regresión del ingreso de los trabajadores. Aún así, este modelo es el que produjo el mayor crecimiento en la historia del país. El quiebre se produce con la llegada de la dictadura militar en 1976, la que consolidó a sangre y fuego su programa rentístico-financiero, volviendo a la primarización de la producción y a la liquidación del aparato industrial montado en los anteriores 30 años. De producir acero, pasamos a fabricar caramelos. La violencia, las desapariciones y los secuestros fueron el instrumento utilizado para frenar el creciente avance de los trabajadores durante y a consecuencia de la industrialización, realizando así una enorme transferencia de ingresos desde el trabajo hacia las fracciones que tenían el poder en la Argentina: acreedores externos y grupos económicos locales. Hacia el fin, se había cristalizado una matriz de distribución absolutamente injusta. A fuerza de desapariciones.


La recuperación democrática del ’83 no significó la derrota del modelo económico de la dictadura. Si bien Alfonsín hizo tímidos intentos de cambio, los sectores más poderosos –y beneficiados por el modelo rentístico-financiero vigente - dieron por tierra con esas tentativas y desalojaron a Alfonsín del poder.


Los siguientes gobiernos, hasta 2002, fueron consecuentes gerentes de las elites neoliberales que prometían el paraíso, en tanto por la vía del desempleo y la desnacionalización dejaban a los trabajadores en el peor de los infiernos.


La crisis de 2001 y el hundimiento del modelo económico vigente hasta ese momento forzaron un cambio –necesario para que el país no implosionara- de la política económica. Seis años más tarde, y luego de dejar atrás cinco presidentes, con la ayuda de una coyuntura internacional favorable pero también por la adopción de políticas que impulsan la reactivación económica y la recuperación del empleo, nos encontramos ante la encrucijada sobre el tipo de país que queremos.


Parece claro que desde 2003 la recuperación ha sido muy significativa: desde el 2º semestre de 2003, uno de cada tres argentinos dejo de ser pobre; la indigencia tuvo una contracción mucho más impresionante -casi 8 de cada 10 personas que eran indigentes dejaron de serlo-, amén de la incorporación de casi 4 millones de personas al consumo. Estos resultados nos exigen pensar en un modelo de desarrollo donde no solo se contemplen los
problemas de los factores económicos –como pregonan los economistas de corta mirada- sino en un patrón de crecimiento más equilibrado y solidario; un modelo de desarrollo productivista en el cual se enfatice la necesidad de distribuir mejor y donde los impuestos y los salarios sean las herramientas principales para la distribución. El desarrollo de un país no debe basarse solo en el aumento del PBI, sino también en un mejoramiento del estándar de vida de sus habitantes.

miércoles, 30 de julio de 2008

Et tu, Julio

Interesante apreciación que hace The Economist de Julio "te-traiciono-en-cualquier-momento" Cobos.

"CUANDO Cristina Fernández de Kirchner seleccionó al tránsfuga miembro del opositor partido radical como su compañero en su campaña para la presidencia de la Argentina el año pasado, la opción parecía ser un cauto trabajo para ganar votos más allá de la base de la clase obrera de su partido peronista. La suposición de Ms Fernández que su vice presidente, Julio Cobos, demostraría más lealtad a ella que a los radicales ahora parece haber sido un acto de arrogancia. Como vice presidente, Cobos tenía el voto de desempate en el Senado en una crucial ley sobre impuestos respaldada por Ms. Fernández. El 17 de julio, él votó contra su propio gobierno, dándole un soplo debilitador a su presidencia de 8 meses."

La nota completa acá.

miércoles, 23 de julio de 2008

Si este no es el pueblo, el pueblo dónde está

"Nosotros somos la patria", dijo de el gauchigolpista De Angeli...
"Si este no es el pueblo, el pueblo donde está", respondió "la gente".

Éste es el pueblo, según el gauchigolpismo.

Agradecemos a Daniela Zampieri por sus excelentes fotos y a su padre que nos las facilitó.

Los tractoristas

El peón

La capataza

La hija e'l patrón

Las gurisas

El tío coronel




martes, 22 de julio de 2008

No Todos somos Cobos

La picardía popular nunca descansa........... De nuestro colaborador Rodi.

NO TODOS SOMOS COBOS

Votó por los toros, porotos y sorgo o votó por oro.

Votó con los otros.

Votó con los comodos, con motos, con zorros, por oro.

Votó con los chorros, los chotos, los forros.

Votó por los otros.

Votó con los lobos, los gordos y los roñosos, no por los rotos.

¿Votó por soborno o sólo por los votos?

Votó por los bonos, los bolos, votó con olor.

¿Votó con dolor o votó con dolo?

Votó con morosos, con troskos, con comodoros, votó con los "monos".

Votó por los logros o por fotos.

Votó, sollozó, cobró, robó los votos o robó todo.

Votó con rostro lloroso, con bolso con toco.

Votó torvo, tosco, solo, chocho, zorro.

¡¿Votó por soborno o sólo por los votos?!




domingo, 6 de julio de 2008

Cita de autoridad

Leía hoy en el suplemento Cash, de Página 12, la exposición que Aldo Ferrer hiciera en la Comisión de Agricultura y Ganadería hace unos días. Me pareció interesante rescatar algunas cosas.

En primer lugar plantea que es insuficiente creer que se trata de una discusión sobre el reparto de la riqueza y defender el precio de los alimentos en el mercado interno; se trata ni más ni menos que de la definición del modelo de desarrollo económico del país. En el fondo plantea que lo importante es si la especialización de un país en términos de la división internacional del trabajo favorece o no la formación de una estructura productiva industrial moderna, eficiente y competitiva. Sin duda la forma en que un país se vincula con el resto del mundo determina que se pueda o no difundir la tecnología y poner en marcha procesos de largo plazo de acumulación de capital, conocimientos, gestión y organización de recursos.

En otro tramo, descree que sólo con los números favorables del agro alcance para que el país se desarrolle, en tanto una economía desarrollada no puede sostenerse sólo sobre la producción de productos primarios. No hay ningún país desarrollado (cómo le discutía a Ana C., del blog Finanzas Públicas, hace un tiempo) que se asiente en la renta de sus productos primarios. El desarrollo de la economía en su conjunto requiere del avance de los distintos sectores de la estructura productiva de la economía. Ha quedado lo suficientemente demostrado que en un país subdesarrollado, el mercado no es un buen asignador de recursos, y mucho menos de corregir las fallas que se presentan.

En otra parte de su alocución expone la necesidad de contar con tipos de cambio diferenciales para asegurarle rentabilidad a la producción de bienes transables, claro que eso siginifica que algunos sectores primarios deberán subsidiar a los más complejos -¿recuerdan lo "acero o caramelos?, y que el Estado tiene la obligación de intervenir en esta discusión fijando las prioridades, siempre con la mirada puesta en un futuro no dependiente -que lejanas me parecen las lecturas sobre nociones de economía política-, de un solo sector, con el cual no zafaríamos del subdesarrollo. Pareciera que todavía no ha quedado claro que la transformación productiva es esencial, que no es lo mismo producir acero o caramelos. ¿No?

jueves, 19 de junio de 2008

Los cibergolpistas llegaron a The Economist

Leyendo una nota del día de hoy sobre el conflicto agropecuario argentino en "The Economist", encuentro un comentario a esa nota de los acostumbrados cibergolpistas que acostumbran llenar los comentarios de los diarios y de algunos blogs. El "comengolpista" pone al país a la altura de lo que sucede en Sierra Leona.
Lean el comienzo de su "prosa" democrática:
Es bueno ver que mi opinión (y la de muchos otros argentinos) es compartida por un diario internacional tal como The Economist. Hemos visto con creciente preocupación cómo el poder acumulado por nuestro presidente anterior, con un congreso adicto y una carencia de la implicación de los votantes en las elecciones parlamentarias y regionales ganadas del gobierno en los años después de la asunción de Sr. Kirchner.

Sin palabras.

miércoles, 11 de junio de 2008

Curiosidades de la inflación cuyana

A partir de un post en otro blog (del amigo Elemaco), y como hace un tiempo escribí una columna sobre ese tema, mejor dicho, tomando los casos más curiosos, por números y por las razones que sustentaron los números. Transcribo la columna a continuación.

Siempre surgen curiosidades al repasar algunos datos. Mendoza y San Luis son las jurisdicciones donde se registraron, de las siete en las que se relevan datos para el IPC Nacional, las mayores subas de precios. De acuerdo con los datos del INDEC, la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de San Luis entre los meses de diciembre de 2005 a abril de 2007 –es decir 17 meses- fue de 14%; en cambio dicha variación para el período comprendido entre los meses de mayo a octubre de 2007 –o sea 6 meses- fue de 14,9%; en este último caso, el aumento en San Luis triplicó al promedio –excluyendo a Mendoza- de las otras 5 jurisdicciones del interior que reportan sus cifras. Si observamos los datos de Mendoza, nos encontraremos con una situación similar. Entre diciembre de 2005 y abril de 2007 -17 meses-, la variación fue de 17,5% y, entre febrero y octubre de 2007 –es decir, 9 meses- fue de 15,3%; en el último período mencionado, el aumento casi duplicó al promedio registrado –excluyendo a San Luis- en las restantes provincias. Así, se destaca una gran disparidad en la evolución de los precios al consumidor entre cinco de las jurisdicciones relevadas y las estadísticas oficiales de las provincias de Mendoza y de San Luis. Como resultado, mientras que en San Luis el aumento para todo 2007 supera el 20% -en Mendoza es del 16%-, en la Ciudad de Buenos Aires resulta inferior al 8%, o en Catamarca es menor al 10%.
Versiones interesadas indicaron que no sólo se cambiaron los datos de Mendoza, sino de otras jurisdicciones, lo que habría permitido alinear la inflación provincial con el IPC del área metropolitana. Más aún, los “críticos mediáticos” de la estadística oficial afirman sin pudor que la inflación de Mendoza y de San Luis durante los períodos mencionados era la “real”, en tanto éstas mediciones provinciales habían logrado escapar al “largo brazo” del Gobierno de Néstor Kirchner. Una afirmación ardua de sostener, si se toma en cuenta que en el último trimestre de 2007, el aumento del mencionado índice puntano fue de 0,57%, un tercio del registrado en el Gran Buenos Aires. ¿El gobernador de San Luis se hizo oficialista? No lo parece. Una mirada maniquea podría suponer que el período electoral metió la cola. Nadie podrá afirmarlo con toda seguridad, pero la duda -con los números en la mano- difícilmente podrá disiparse. Tomemos en cuenta que a fines de 2006, una publicidad muy repetida en la televisión nos informaba que en la provincia administrada por los Rodriguez Saá se registraba la menor inflación del país, pero sólo tres meses después, según sus propios registros, la situación cambió abruptamente. El Director Provincial de Estadísticas y Censos defendía el crecimiento del índice afirmando que en San Luis “medimos el precio que el consumidor paga, en cambio el INDEC calcula sobre los precios que le informan los empresarios”. Un conocedor de la política de la provincia diría: “puro cálculo político de los Rodríguez Saá”.
¿Y en Mendoza que pasó? Para algunos especialistas, la respuesta no se encuentra en Mendoza, sino en el IPC-GBA que, por las supuestas modificaciones introducidas en el índice, “mide mal”. La ex-directora de Estadística e Investigaciones Económicas de esa provincia, Patricia Jiménez, agregaba: “supongo que en Buenos Aires los acuerdos de precios harán que allá los precios estén más contenidos. Pero acá, a esta altura, ya casi no quedan precios acordados". Y señaló otros posibles factores, como el aumento del boleto de transporte urbano, de $ 0,90 a $ 1,10, y las cinco nevadas que encarecieron las frutas y verduras. Las disputas locales, en sordina, podrían haber “condimentado” la canasta local ante una reñida elección mendocina. Una vez definidos los ganadores y perdedores de las elecciones, las cifras volvieron a su curso habitual.
Con mucho de manipulación política y mediática de por medio, el coro de supuestos progresistas y el aporte de la tecnocracia económica al servicio del establishment económico local, han sometido al INDEC a una ruidosa y espectacular parafernalia comunicacional para condenar su labor, situación esperable, más no deseable, en tiempos electorales. Superada la etapa comicial, la legión de economistas opositores al modelo insufla nuevas dudas. Ahora, debajo de varias de estas opiniones fundadas en mediciones privadas -muy poco transparentes y que se basan en versátiles canastas, algunas muy “caseras”- que muy lejos se encuentran del fenómeno que dicen medir, subyace una simple intención: mostrar que estamos en el comienzo de una espiral inflacionaria, buscando así justificar disparatados reclamos. En definitiva, se trata de “embarrar la cancha”. Desautorizando el IPC que mide el INDEC, lo que se genera es incertidumbre, “sensaciones térmicas” mal medidas, en suma, desacreditar el amplio abanico de indicadores positivos para la gestión gubernamental. Y genera un buen negocio para las consultoras privadas y para las distintas expresiones del poder neoliberal nativo. Nada más.

domingo, 8 de junio de 2008

El campo evade, chocolate por la noticia....

Leo una nota del Perro Verbistky en Página 12 de hoy, donde una vez más se expone una de la mayores razones del lockout del "campo". Me dí una vuelta por los blogs amigos, y salvo Musgrave, que retornó de su "exilio blogger", nos entrega algunas ideas para empezar a discutir. nadie más parece darle entidad al tema. El tema ya lo traje a colación acá y acá. Creo que presos de la agenda que los medios instalan, en aras de ver lo urgente, nos olvidamos de lo necesario. Volviendo a Musgrave, me parece que su argumento falla en un punto. Si bien es cierto que las retenciones se les cobra a los grandes exportadores, el esquema de devolución a los pequeños productores permitiría deducirlo de Ganancias. Pero, siempre hay un pero, no creo que ésto sea un incentivo para que blanqueen sus ingresos. Hay que tener en cuenta que el costo de blanquear los ingresos es mayor que el de soportar el impuesto. Maximización de beneficios que le dicen. Conozco un poco a la gente del campo -Mariano, no sos el único que los conoce-, por provenir de familia del campo, a quienes permanentemente escucho quejarse de que les va mal, pero claro, a sus hijos los mandan a estudiar a Bs. As. con lo que papá saca del campo. ¿Está mal que el chico venga a estudiar? Nooo!! pero hay que tener en cuenta que esa Universidad también la costeamos los contribuyentes de la 4º categoría, que sí pagamos impuestos, y gente que ni siquiera alcanza un salario para ser un contribuyente de Ganancias. Éste no es más que un mero ejemplo de las inequidades del reclamo de un sector de la población que obra en desmedro de otros sectores, que no tienen la capacidad de presión con que ellos cuentan. En cualquier manual de sociología podrán encontrar que la única forma de solucionar esta asimetría es a través del poder del Estado. No creo que nadie que cree en la Democracia pueda opinar lo contrario. Sólo aquellos a los que la Democracia no les interesa como forma de vida, pueden hacer oídos sordos a este justo reclamo. ¿Será por eso que históricamente han sido la punta de lanza o financistas de los sectores golpistas?

Ah, un dato más, a esos señores que dicen que pierden plata y se comparan con un trabajador más, hay que recordarles que quienes poseen 100 hectáreas son propietarios de un activo de no menos de 400 mil dólares, bastante más de lo que muchos podemos llegar a juntar.

sábado, 7 de junio de 2008

Reflexiones sobre la pobreza

Alrededor de la cuestión de la pobreza hay bastante confusión. Los "analistas" han hecho bastante poco para contribuir a una discusión clarificadora del tema. Es más, han agregado más confusión. Estos "especialistas" en economía y política, por que no hay tema que no toquen, han sabido construir una realidad para los medios, que los convocan para eso, que a mi criterio, dista de la realidad. Mirando algunas estadísticas oficiales, algunas oficiales, dando una oejeada a la calle, hablando con gente del común (cuánto te extrañamos Bordieu), veremos que la realidad no es tan así como nos la cuentan. También hice un poco de "arqueología en la blogósfera, encontrando no solo disímiles argumentos para explicar el mismo fenómeno, sino que algunos autores van cambiando de perspectiva a medida que van incorporando variables a las discusiones. La nota más clara que encontré fué la de Basualdo, con quién acuerdo 100%. Dichho esto, creo que me convierto en un feroz kirchnerista, ¿no? La verdad no es algo que me preocupe. Van a continuación unas líneas sobre lo que considero sobre la pobreza.

Algunas reflexiones sobre la pobreza
En mayo pasado, el INDEC difundió el informe sobre incidencia de la pobreza e indigencia. Casi inmediatamente, un coro de “especialistas” y “consultores privados” –e inclusive la Comisión Episcopal de la Pastoral Social- desacreditaron los resultados. El clima de conflicto en que vive el país en los últimos dos meses ha endurecido el discurso descalificador e incrementado la difusión de una lamentable sucesión de falacias e inexactitudes por parte de los distintos medios y de los supuestos “especialistas” hacia cualquier información difundida por el Gobierno Nacional. La intemperancia de algunos personajes, de la mano del oportunismo de una oposición mediática polimorfa -y travestida-, trata de impedir ver lo que hay que ver.
Ahora bien, los registros de la incidencia de la pobreza del último quinquenio tienen como punto de partida el resultado de las tendencias verificadas en el país desde 1994 en términos de una creciente desigualdad de ingresos que hicieron que los niveles de privación crecieran sistemáticamente. Desde principios de 2003, el aumento del ingreso medio real y la mejora de la distribución de las remuneraciones de los ocupados, junto con el generalizado incremento del empleo, fueron factores que contribuyeron a la importante disminución de los índices de privación y de la concentración de los ingresos per cápita de los hogares.
Si consideramos el periodo comprendido desde el primer semestre de 2003 al último período informado por el INDEC- de octubre 07 a marzo 08-, del total de la población, uno de cada tres argentinos dejo de ser pobre, ya que la pobreza descendió del 54% al 20,6%, de manera tal que el 62% de las personas en estas condiciones en el primer semestre de 2003, dejaron de serlo en 2008. La indigencia tuvo una contracción mucho más impresionante: se retrajo del 27.7 % al 5.9 %, es decir que casi 8 de cada 10 personas que eran indigentes dejaron de serlo. Vale recordar que en mayo de 2003, la desocupación y la subocupación rondaban el 17,8% cada una, es decir casi 4 millones de personas tenían problemas de trabajo; en 2008, casi 2.5 millones de personas dejaron de estar en esta situación. A estas cifras hay que sumarles casi un millón trescientos mil nuevos beneficiarios de jubilaciones y pensiones incorporados en el último año y medio. La incorporación de estos casi 4 millones de personas al consumo, mas las mejoras en los ingresos de la población ocupada nos muestran un estado de cosas muy distinto de lo que habitualmente se pregona. Por ello, no puede negarse la existencia de pobres, tampoco el ideal de la erradicación total de las situaciones de pobreza o indigencia en nuestro suelo, pero las cifras y la realidad diaria no parecen dejar dudas de la disminución de la pobreza en los últimos cinco años.
Ello es evidente si comparamos los distintos resultados utilizados para desautorizar las cifras oficiales con el “uso” o la “interpretación” que se les otorga. Por ej. los informes del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina o el del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata, no permiten aseverar lo que supuestamente “afirman”, según algunos voceros, por distintas razones: Es indiscutible la falta de seriedad que tiene pretender medir la pobreza a partir de las percepciones “subjetivas” de la gente puesto que en Recoleta y en Lugano las percepciones serán diametralmente opuestas. Por otra parte, las cifras mostradas en el informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina exponen una realidad muy distante a la difundida en los medios. Veamos, de acuerdo con las cifras reseñadas en dicho informe, referidas al periodo mayo/julio 2004- mayo/julio 2007, se da cuenta de una mejora en la mayoría de los ítems medidos. Se destaca una mejora de las variables Habitat, Salud y Subsistencia, que crece 7%; Trabajo y Autonomía Económica aumenta 8,5%; y un aumento en Acceso a Recursos Públicos – es decir la posibilidad de acceder a escolaridad mínima, al seguro de salud, a seguridad y a servicios públicos- del 10%. Aun mas, al discriminar por estratos sociales, indica que los entrevistados del estratos del estrato Muy Bajo consideran haber mejorado en los tres años considerados su situación respecto del Habitat, Salud y Subsistencia (22%), del Trabajo y Autonomía Económica (14.5%) y de Acceso a Recursos Públicos (7%). Al referirse al periodo 2007, se menciona que las Condiciones de Vida mejoran 2,1%, en tanto la Integración Social lo hace 1,5%.
No cabe duda alguna de que cualquier acción tendiente a morigerar la injusta distribución de la riqueza tendrá como lógica consecuencia la aparición de diversas “tensiones” tendientes a preservar el status quo ante de quienes son los sectores empresarios más beneficiados, esto necesariamente repercutirá en todos los niveles.
Ello no debe espantarnos ni sorprendernos, no puede creerse que la puja distributiva se evidencia sólo frente a los quintiles de menores ingresos de la población; en estos días podemos observar que los propietarios de camiones que transportan cereales han tomado medidas de acción directa para manifestarse contra la prolongación del conflicto agropecuario, la razón es más que evidente, el sector en conflicto tiene mayor capacidad de resistencia que el transportista, a modo de ejemplo podemos decir que este último tiene una mayor incidencia de gastos fijos o como dicen los mayores “viven al día”, sin posibilidad de recuperar el tiempo ni el trabajo perdido, mientras tanto los cereales se pueden acopiar el tiempo necesario.
Así la redistribución de la riqueza no puede apuntar sólo a la parte inferior de la pirámide de ingresos (pobres e indigentes), sino a la reformulación de la totalidad de la pirámide, ello necesariamente implicará las “tensiones” a las que me he referido. Solo una lectura de la realidad que subestima en grado deshonesto un estado de cosas, guiada por sus intereses particulares, puede explicar el por qué de la necesidad de desviar la atención pública de lo que es en realidad el centro de la cuestión: los objetivos de un modelo de desarrollo económico inclusivo.

martes, 3 de junio de 2008

Campesino! Campesino!!

Leí hoy en Crítica una excelente nota del Coco Blaustein, una joyita, como diría un amigo alguna vez "casi monto". Escrita en un lenguaje sencillo y que nos pone frente a la nariz las cosas que no siempre se dejan ver. Merece la reproducción.

Nobleza gaucha
Por Eduardo Blaustein

Un abuelo a quien no conocí, excepto para que intimidara desde su severa foto, trajo a mi viejo desde Polonia más o menos para el año 27. El viejo tenía seis años. Anduvieron a los tumbos por Lobería y Tandil, tiempo después de que cayera la piedra movediza. Por haber andado por esos pagos, mi viejo me legó una combinación paradójica: amor profundo por el campo y sin embargo un único y sombrío recuerdo de infancia rural: él subido a un carro que arrastraba una yegua vieja llamada Conga. El carro cargaba sebo para hacer jabón. Habrá que imaginarlo traqueteando sobre tierra escarchada.

Cuando ese chico fue mi padre comerciante, para volver a sus raíces nos llevaba por pueblos de la pampa húmeda –Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba, hasta la altura de Villa María y Belville– en los que correteaba lo que fuera. Todavía quedaban almacenes de ramos generales. Y desde siempre en mi casa se escuchó folclore por Radio Nacional. Y música clásica, sin traspasar jamás un límite inquietante a la altura de Brahms o de Stravinsky. Lo que viniera después era un poco loco para mis viejos.

Todo este introito para decir que, por vía de la empatía irracional con las cosas de tierra adentro, me asiste algún estúpido derecho a la hora de querer mandar a la recontraconcha de su hermana todos los discursos, posicionamientos políticos miserables y coberturas de quinta que circulan por estos días poniendo al campo en el homogéneo e incorruptible lugar de lo nobilísimo, de la curtida cultura del gringo sufrido, de la sabiduría yupanquiana y del póstumo lugar exclusivo en el que –dijo Carrió ante el cada día más fruncido Majul– la palabra vale, por gaucha. Alumbra en la Argentina otra nueva épica superficial: el campo generoso hizo todo lo que somos, de buenazo nomás y ahijuna.

“Es injusto castigar al sector que más dinero aportó a la economía”, dijo Macri hace tiempo. ¿A quién hay que cobrarle impuestos, man? ¿A los que no aportan dinero a la economía ni a sus bolsillos? “Las retenciones tienen un destino exclusivamente recaudador y fiscalista”, dicen a coro desde la Federación Agraria a la Sociedad Rural, desde la Coalición Cívica a la izquierda oxidada. ¿El criador de caballos pura sangre y dueño de quichicientas mil hectáreas Luciano Miguens no es de los que toda la vida consideraron pecado mortal la insolvencia fiscal? “Es para pagar la deuda externa”, sentencian voceros de lo gaseoso, que jamás han dicho –como en años de Alfonsín– “No al pago de la deuda externa”.

Y, entre tanto, cuánta acumulación al pedo de horas-hombre-movileros en las rutas. Sin que se les ocurra preguntar y dígame, paisano, cómo andan esas hectáreas, cuántas tiene y cuánto rinden, y cuánto le cuesta cuando las arrienda, cuánto recibía hace seis meses, qué ganancia tiene ahora. El amigazo De Angeli le dijo por TV al compañero D’Elía que tiene una chacra de 650 hectáreas. No queda claro si hay que sumarlas a las 800 que según Perfil le alquila a Yabito. Suponiendo un costo de arriendo de mil pesos por hectárea, hay que hacer la multiplicación y tener la guita sólo para animarse. Cierto: parece que este año la cosecha viene mal, que la seca puede joder la apuesta, que las retenciones para los pequeños y medianos son exageradas. Aun así: 800 hectáreas y las maquinarias que los De Angeli alquilan a otros productores son un capital interesante como para andar agitando fantasmas de “no queremos que nuestros hijos terminen en las villas de Buenos Aires”. O para acordarse de las villas miseria reales en lugar de las hipotéticas.

Hablando de folclore. En el secundario teníamos un compañero, el Loco Juárez, que entre otros numeritos toscos –eructos siderales, quitarse el zapato en medio de la clase, llevárselo a la oreja y decirle al profesor: “¡Teléfono!”– satirizaba la estética Tejada Gómez-Mercedes Sosa gritando a voz en cuello:

–¡Campesino! ¡Campesino! ¡¡¡Sobame el pepino!!!

El Loco es uno de los ciento y pico de desaparecidos del Nacional de Buenos Aires. No es que pretenda aquí homenajear su grito del pepino ni decir que los De Angeli –giran las cámaras en automático hacia Alfredo tras la contrapropuesta oficial, saboreando el conflicto –son Rockefeller. Se repitió mucho en estos días que Federación Agraria está haciendo de forro de los poderosos. No sé si es exactamente así. Pero sí que esta alianza contra natura –aun cuando haya sido estimulada por las pifias oficiales– ayudó a enredar la agenda de lo que se discute. No puede haber respuestas homogéneas y satisfactorias para demandas heterogéneas y enfrentadas. Por algo un día te dicen que todo son las retenciones y al otro día que son los tamberos, la carne y los chancheros.

Lo que quiero en esta discusión es ver los números. Muestren los números, muchachos. Los quiero ver más transparentes, en un país en el que la tragedia máxima siguen siendo todas las insufribles violencias de la desigualdad y la pobreza.

domingo, 18 de mayo de 2008

En defensa de la seguridad alimentaria y el trabajo argentino

De acuerdo con un informe de la Organización de Alimentos y Agricultura de Naciones Unidas (FAO, según sus siglas en inglés), los precios internacionales de los cereales han continuado subiendo durante los dos últimos meses. “Una combinación de factores, como una menor producción debida al cambio climático, reservas con niveles históricamente bajos, mayor consumo de carne y productos lácteos en países emergentes, mayor demanda para la producción de biocombustibles y un mayor coste de la energía y el transporte han originado estas subidas del precio de los alimentos”, según explicara el Director General de la FAO, Jacques Diouf. En los Estados Unidos, el precio de las pastas secas se incrementó 20% desde octubre pasado, y el de la harina aumentó poco más del 19% desde mediados de 2007. Más aún, en ese país los precios de los alimentos y de las bebidas están aumentando a razón de 4% al año, el mayor crecimiento en casi dos décadas. Muchos países productores, a raíz del aumento de los precios, han tomado medidas para evitar que esa expansión en los mercados internacionales se traslade a sus mercados internos. Por caso, la asociación de panaderos de los Estados Unidos sugirió que las exportaciones de trigo de ese país debían ser suspendidas. Vicky Hird, activista ambiental especializada en alimentación y que pertenece a la organización “Amigos de la Tierra”, dijo que “la producción de alimentos debe sufrir un cambio radical para prevenir una catástrofe global. Se deben dejar de priorizar los beneficios del negocio agrícola por sobre el bienestar de millones de personas pobres de todo el mundo”. Sorprendentemente, parecería ser que en el único país en el que el incremento de precios de los alimentos tiene impacto en el índice de precios al consumidor, y genera polémica, es la Argentina. Esto no es así. En Estados Unidos, España y Francia, entre otros, los consumidores –y la prensa- se cuestionan cada vez más si el índice de precios refleja fehacientemente la realidad cotidiana de los precios. Una vez más, los precios de los commodities, si se dejara actuar libremente al mercado, afectaría el nivel de vida de los argentinos. Hoy, por la inflación que conlleva; en los ’90 -a través de la apertura indiscriminada-, afectando a la producción local e impulsando la pérdida de puestos de trabajo. Por eso es importante que la acción del Estado permita convertir –mediante la utilización de instrumentos de política pública- la desventaja del encarecimiento de los alimentos en beneficios para la totalidad de la población, al ser un país productor de mercancías con demanda mundial y precios crecientes.

Hace unos días, el Premio Nóbel de Economía, Joseph Stiglitz, afirmaba en estas páginas que “gran parte de la inflación que enfrenta la Argentina se puede comparar con lo que ocurre en todo el mundo con la suba de productos energéticos y agrícolas. Esta inflación es muy distinta de la inflación clásica creada por la demanda interna. Es mayor en los países en vías de desarrollo porque tiene mayor impacto en la canasta alimentaria”. También agregaba que “los precios de los commodities están en aumento y hay pocos instrumentos para [detener] esos precios galopantes; uno de ellos son las políticas de impuestos a las exportaciones”. Resistidas por los sectores agrícolas, las retenciones a la exportación de granos no son las portadoras de todos los males, según anuncian a diario los miembros del establishment económico local. Por el contrario, según un exhaustivo análisis de Javier Rodríguez y Nicolás Arceo, la adopción de un tipo de cambio “competitivo” determina una matriz de distribución de la renta agraria distinta, “una parte de la misma es transferida al Estado, quien resulta mediador en la apropiación de renta entre el sector agropecuario .…y el destino final de ésta. Otra porción de renta contribuye a abaratar los precios de los alimentos y, de esta forma, disminuye el costo de la fuerza de trabajo permitiendo un abaratamiento de la mano de obra e incrementando la competitividad externa de la economía”. Es evidente que los instrumentos tradicionales para bajar la inflación como la retracción de la demanda, la suba de las tasas de interés y la revaluación de la moneda local, propuestos en toda ocasión y lugar por los economistas ortodoxos, resultarían inútiles ante las actuales circunstancias internacionales. Como algunos pocos economistas se animan a afirmar en público: “la mejor forma de distribuir el ingreso es cobrar impuestos”. Si echamos mano de la Distribución Funcional del Ingreso -que señala cuánto de lo producido por la economía va a los trabajadores y cuánto queda en las empresas-, como herramienta de análisis del proceso de crecimiento y desarrollo de la economía, así también como marco de análisis de la equidad distributiva, nos encontramos -según los datos elaborados por la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales del INDEC-, que a fines de 2007, la masa salarial representaba el 43% del producto bruto interno (PBI) medido en precios corrientes. Aún no llega al índice del 50% estimado para la década de 1950, pero la tendencia sigue siendo positiva.

La mejora en las condiciones de vida de la población requiere mantener el tipo de cambio diferencial actual, en base a las retenciones a la exportación. Cualquier otro camino, se hará a expensas del crecimiento de la economía y del desarrollo de los sectores más desprotegidos de la sociedad.


sábado, 17 de mayo de 2008

Al fin alguien lo dice con todas las palabras...el campo negrea su producción

Ya lo dijimos hace un tiempo. Y también lo dijo Zaiat ayer, los productores agropecuarios no declaran la totalidad de sus cosechas. En este punto, no le pueden echar la culpa a los traders, ellos compran "en blanco", obvio, la maniobra la hace el que vende, por subdeclaración, usando empresas fantasmas o directamente vendiendo todo en negro.

En una nota de hoy, Raúl Delatorre detalla una de las, para mí, mayores razones por las cuales los "golpistas agropecuarios" no aceptan el sistema de compensaciones: la falta de blanqueo de su actividad. A ojo de buen cubero, y a partir de datos que recogí entre amigos y parientes del campo, se dan usualmente dos situaciones. Una, que toda la actividad de cultivo sea en negro. Con la ya remanida frasecita justificatoria que repite el "chacarero" MarianoT. , argumentando que la presión fiscal haría desaparecer a los pequeños productores (¿entonces qué no queda a los trabajadores en relación de dependencia que nos resulta imposible evadir?) No justifico de ninguna manera la evasión, creo -como muchos- que en un país normal se deben pagar impuestos, las justificaciones acerca de que son muy altos, etc, es puro palabrerío justificatorio de delicncuentes, porque cuando proponen modelos, nos hablan de países donde la presión fiscal es mucho más alta, y ellos ahí no vivierían ni trabajarían.
Como decía, el otro método para evadir es declarar un rinde mucho menor, entre 25 y 30%. Los productores sojeros de la zona núcleo, y ojo, hablo de gente que cultiva 600 hectáreas, que ni siquiera son propias, practican habitualmente esta maniobra. En vez de los 42 quintales que sacan, declaran 30/32 por hectárea. ¿El resto a quién se lo venden? Al mercado interno, molinos, productos de forraje, etc. ¿Qué hacen con ese dinero? Pasa a formar parte de los inumerables fideicomisos que se constituyen en la Pcia de Bs. As. ¿No es cierto Mariano? ¿Qué se hace con esos fideicomisos? Se utilizan para la construcción de edificios, la compra de edificios completos, en síntesis operaciones con inmuebles en general, depedenderá de la creatividad de quien gerencie el fideicomiso. ¿Esto como lo sé? Porque tengo un pariente que vive de este negocio. Así que "golpistas chacareros, no me vengan a decir que no es cierto. Como reafirmación de las razones del "golpe del campo", hace cosa de un mes, lo ví a Samid en la TV. Entre muchas cosas, y para finalizar su alocución, le dice al periodista "¿sabe que pasa?" "la plata ya se la gastaron, por eso no van a aflojar" "¿cómo hacen para pagar esas deudas, si no?". A confesión de parte.....


Una alta proporcion de granos se vende en negro. Ello impide a los productores chicos recibir compensaciones

Cómo esconder millones de toneladas

La Oncca busca blanquear cuatro millones de toneladas de trigo, una cuarta parte de la última cosecha que no fue declarada. Es un reflejo del manejo irregular del mercado de granos y del porqué los más chicos no acceden a las compensaciones.
La última cosecha de trigo se estimó en 16 millones de toneladas. Pero sólo se declararon 12 millones para exportación y molienda.

Por Raúl Dellatorre.

Cuando el 31 de marzo, el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, anunció las compensaciones para los productores más chicos de granos por diferencias de retenciones y por flete, la suposición lógica era que el conflicto se encaminaba a una solución. Sin embargo, el beneficio fue rechazado por las entidades rurales, sin demasiadas explicaciones acerca de por qué no los satisfacía, cuando aparentemente el 80 por ciento de los productores quedaban mejor posiciones que antes de las retenciones móviles. La auténtica razón de la insuficiencia de la medida es que, para recibir compensaciones, los productores deben figurar en el padrón tributario y registrar sus operaciones. Apenas una minoría cumple el requisito. La actual controversia entre los exportadores de trigo y el organismo responsable de autorizar el registro de operaciones de venta al exterior, la Oncca, pasa justamente por ese plano: la diferencia entre unos y otros sobre el grano disponible para exportación es de nada menos que de cuatro millones de toneladas, el 25 por ciento de la cosecha total estimada. Sería la proporción de la producción no declarada que, casi como una extorsión, sólo se “blanquearía” en caso de que se autorice su exportación. De ir al mercado interno, permanecerían en el “circuito negro”, hasta su venta al consumidor como pan, facturas, harina o fideos.

Se estima que en el país hay alrededor de 50 mil productores de trigo. Sin embargo, el año pasado el registro de la Oncca de quienes se presentaron a pedir alguna compensación no llegaba al 10 por ciento de ese universo. Se adujo, desde la vereda de la dirigencia agropecuaria, que los trámites para la acreditación de las compensaciones eran “muy complejas” e inalcanzables para el pequeño productor. Pero se eludía, prudentemente, admitir que una amplia mayoría no está registrada como contribuyentes.

“La producción de granos constituye un sector muy grande de la economía argentina, pero un alto porcentaje del mismo se maneja de manera irregular”, advirtió Ricardo Echegaray, titular de la Oncca (Organismo Nacional de Control Comercial Agropecuario), en diálogo con Página/12. “Las compensaciones, conceptualmente, siguen siendo la herramienta para optimizar el desacople entre los precios internacionales en alza y el valor de la materia prima para el mercado interno. Pero el productor debe saber que, para compensar, el requisito principal no es llenar un formulario o hacer un trámite, sino estar en regla con el sistema tributario.”

La apreciación de Echegaray calza perfectamente con lo que sucede en el mercado triguero. Tanto las estimaciones privadas como la de la propia Secretaría de Agricultura coinciden en que la última cosecha (2007/08) arrojó una producción de 16,2 millones de toneladas. “Cuando nosotros nos hicimos cargo del Oncca, a principios de abril, teníamos que de esa cosecha se habían exportado seis millones”, relata el titular del organismo. “Como la demanda interna para molienda y elaboración de productos de panadería y de pastas se calcula en poco más de seis millones de toneladas, los exportadores nos reclamaban que autoricemos la venta al exterior de las cuatro millones de toneladas restantes”.

El problema es que esa cantidad de trigo, supuestamente “disponible”, no aparece en las existencias declaradas por los distintos operadores del sector. Sumando lo que dicen tener los molinos y acopiadores, en sus propias instalaciones o ya compradas pero aún en campo del productor, no pasan de 5,1 millones de toneladas. Como aún se necesitan 4,7 millones de toneladas para la molienda destinada al mercado interno de aquí hasta el ingreso de la nueva cosecha, apenas quedarían disponibles 400 mil toneladas para exportar. Prudentemente, sólo se autorizó la apertura del registro de exportadores por 100 mil: el 2,5 por ciento de los cuatro millones que pretenden los exportadores.

Lógicamente, la suposición que hacen todos, autoridades y analistas privados, es que no se trata de un error tan grosero de estimación de la cosecha, sino que existe trigo no declarado en varios puntos de la cadena comercial. Este podría estar en manos de productores que aún no vendieron, en poder de acopiadores que no los declararon, en manos de otros intermediarios e incluso de molinos que no informaron de su existencia. Intentando descifrar su localización, la Oncca obligará a los productores a declarar qué cantidad de trigo tiene almacenada en silobolsas. Seguramente no será una solución definitiva, puesto que gran parte de los productores no están registrados y, por tanto, seguirán en las sombras. Ellos y su trigo. El paso siguiente sería la inspección física de campos, especialmente cercanos a los molinos, en búsqueda del trigo perdido.

Mientras el trigo no se declare, la decisión de la Oncca es mantener cerrada la exportación. Aunque con ello se corra el riesgo de que el trigo no registrado entre en un “circuito negro”: pase por la molienda sin ser declarado, se produzca harina y se venda a la industria panificadora o de pastas sin declarar. La presión de los exportadores es que sólo abriendo el registro se asegura su blanqueo, y sólo en su última etapa. Pero si se habilita su exportación y resulta que el stock disponible no existe, antes de que entre al mercado la nueva producción de trigo se produciría una situación de desabastecimiento y salto en los precios internos.

La existencia de una importante franja de producción de granos “en negro” ha sido una palanca que, en definitiva, siempre resultó funcional al interés de los exportadores. Y en la coyuntura actual, un paredón que impide la aplicación de políticas de Estado a través de las compensaciones. La Oncca va al rescate del instrumento.


martes, 13 de mayo de 2008

IPC, nuevo índice para un nuevo modelo

La semana pasada, el Jefe de Gabinete anunció la implementación de un nuevo mecanismo de medición del Índice de Precios al Consumidor, en reemplazo del actual que data de octubre del año 2000. El anuncio provocó diferentes reacciones, algunas de ellas con el fin de desacreditar los cambios. La prensa se obstina en fomentar un debate forzado con razonamientos colmados de saltos lógicos, inexactitudes o, directamente errores. Sin embargo, distintos especialistas locales coincidieron en la necesidad del aggiornamiento del IPC y en la aceptación de los cambios propuestos. Dichas modificaciones implican principalmente la adopción de un nuevo punto de vista para interpretar la realidad social y económica del país. Es innegable que, en las actuales circunstancias, de surgimiento de un nuevo paradigma socio-productivo, estamos ante un país distinto de aquél en el que se diseñaron los instrumentos de medición actualmente en uso. Así, luego de meses de debate acerca de la labor de la principal Oficina Estadística del país, nos encontramos con que el INDEC replantea la forma en que se mide el pulso de este sistema económico-social. Tarea que no es nada sencilla. Es incuestionable que las estadísticas oficiales constituyen un elemento indispensable en el sistema de información de una sociedad democrática: proporcionan datos para el diseño, desarrollo e implementación de políticas económicas y de control de las expectativas inflacionarias. Sus objetivos deben guardar relación con el modelo de desarrollo económico en vigencia. Nadie duda que la producción de información oportuna, diversificada y confiable sea una condición vital para que la sociedad pueda tener un adecuado conocimiento de lo que ocurre, y una forma de monitorear el camino recorrido y decidir los cambios a realizar al rumbo.

Para el diseño del nuevo IPC se tomaron en cuenta los aportes de especialistas de otros países, como Francia, España y Estados Unidos -donde el Índice de Precios determina el pago de las pensiones y afecta los aumentos anuales de los trabajadores de muchas empresas-, con quienes se sostuvieron largos intercambios en los últimos meses a fin de recoger las experiencias internacionales en materia de medición de precios y las soluciones adoptadas. Finalmente, dichos especialistas, junto a los del INDEC, realizaron en Buenos Aires una jornada de trabajo con presentaciones y análisis temáticos sobre el IPC, la cual sorprendió a propios y extraños por su elevado nivel técnico, a la vez que puso luz sobre la enorme complejidad que requiere la elaboración de este tipo de estadísticas, contradiciendo lo que muchas veces se afirma livianamente desde algunas “consultoras” interesadas que hacen índices de precios en tres minutos a pedido de cualquiera que lo requiera.

¿Qué cambia? Sin alterarse en forma fundamental la metodología utilizada hasta hoy, los principales cambios están relacionados con la selección de la canasta de bienes y servicios a medir y la inclusión de canastas móviles para los rubros de frutas, verduras e indumentaria. A partir de la nueva medición, la canasta se reduce de 818 a 440 bienes y servicios a ser computados. Luego de casi diez años sin actualizar, en un mundo cambiante, dentro de una economía globalizada –y en una Argentina que en los últimos años incorporó casi cuatro millones de personas al consumo-, el conjunto de variedades relevadas no reflejaban la realidad del consumo de la mayoría de los hogares al día de hoy, y cuya medición generaba una enorme distorsión. De allí la necesidad de una canasta que refleje estos cambios. Con los resultados de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares 2004/2005 en la mano, se seleccionaron los 440 productos y servicios que representan el patrón de gastos de más de dos terceras partes de la población e implica el 77 por ciento del consumo. Asimismo, ahora se respetará la distribución de la población en todo el territorio del Gran Buenos Aires, sin sesgos hacia las zonas más caras de la Ciudad de Buenos Aires, tal como se fueron dando en los últimos años, según explicaron los expertos del INDEC.

La incorporación de canastas móviles es otra innovación introducida. Las variaciones en la importancia de la participación de ciertos bienes en el gasto de las familias a lo largo del año, implicaba que en los meses en los que no se obtienen precios para un producto estacional, se le imputara un precio “ficticio”, ya que no se encontraba a la venta, sesgando así los resultados. Con el nuevo método, si bien el conjunto de productos conserva su peso dentro del IPC, a su interior la ponderación de los bienes cambiará en función de la oferta disponible. Otros ajustes metodológicos, en línea con las experiencias internacionales recogidas, son la necesidad de realizar ajustes por calidad de los bienes. Con el transcurso del tiempo surgen dificultades para seguir la evolución de ciertos productos, por la desaparición de algunas variedades, la aparición de otras y los cambios de calidad de los que permanecen. Para una correcta medición de la variación de precios se incorporarán instrumentos estadísticos que permitan determinar en qué medida influyen los ajustes de calidad y así sólo computar la variación atribuible a precio. Los ejemplos más comunes son los productos de audio, video o informática.

Con las innovaciones anunciadas se cierra un ciclo de cambios negativos que han condicionado el enfoque de las estadísticas oficiales. Desde que el Instituto pasó a funcionar bajo la órbita del entonces ministro Cavallo hasta las gestiones de ex funcionarios -que expresan el ideario neoliberal y hoy son “críticos mediáticos” de la estadística oficial- se intervinieron los programas del organismo para imponer su visión interesada.

Ante una nueva realidad –en un escenario económico que sigue y seguirá siendo favorable-, una nueva mirada era necesaria.

Buenos Aires Económico, 13 de mayo de 2008

miércoles, 7 de mayo de 2008

IPC fresquito, fresquito

Esta tarde, el Jefe de Gabinte Alberto Fernandez, anunció junto a la Directora del INDEC, que a partir de junio próximo se comenzará a difundir el nuevo IPC-GBA. En el marco de la Jornada Internacional "Indices de Precios al Consumidor - Experiencias Internacionales", organizada por el INDEC y que contó con la presencia de expertos de sobre el tema de España, Estados Unidos y Francia. En la misma se expusieron las distintas experiencias internacionales que atraviesan los distintos organismos al momento de medir los precios en cada país. Haciendo eje en los sesgos relacionados con las difrencias de calidad de los productos y/o lugares de venta, los distintro métodos de imputación de datos y el tratamiento de productos estacionales, el Lic. Norberto Itzcovich presentó uno de los nuevos componentes del IPC: la canasta móvil. Otra de las novedades del flamante Indice será su nueva composición. Pasará de 818 variedades a 440, manteniéndose la misma clasificación por capítulos. Dichas variedades han sido seleccionadas a partir del análisis de los resultados de la Encuesta de Gastos de los Hogares llevada a cabo en 2004/2005. de esta forma, se ha definido qué productos son redundantes y cuáles deben permanecer en la nueva canasta. La nuev acanasta esta compuesta por los productos sem¡nsibles para la población del área de referencia - Capital Federal y GBA-, y que contempla el consumo de más de las 2/3 partes del universo relevado y representa el 77% del consumo en el área antedicha. La metodología a utilizar, por otra parte, será la misma que la actual, la famosa Metodología 13. En la misma ya se contemplaba la posibilidad de utilizar "canastas móviles" para los productos estacionales, por lo cual se incluirá una addenda donde se especificará claramente de qué se trata la misma. En concreto, no hay cambios sustanciales, se quitaron los productos redundantes, se incluyen controles de calidad de la información relevada y un análisis permanente de los ajustes por cambios de calidad de los preoductos medidos y las correcciones necesarias por sustitución de productos faltantes temporal o definitivamente.

miércoles, 30 de abril de 2008

De como las rosas nos hacen ver visiones

En los Estados Unidos, el precio de las pastas secas se incrementó 20% desde octubre pasado, y el de la harina aumentó poco más del 19% desde mediados de 2007. Más aún, los precios de los alimentos y de las bebidas están creciendo a razón de 4% al año, el mayor crecimiento en casi dos décadas. Ante este panorama, la asociación americana de panaderos sugirió que las exportaciones de trigo americano debían ser suspendidas.

Vicky Hird, activista ambiental especializada en alimentación y que pertenece a la organización “Amigos de la Tierra”, dijo que “la producción de alimentos debe sufrir un cambio radical para prevenir una catástrofe global. Se deben dejar de priorizar los beneficios del negocio agrícola por sobre el bienestar de millones de personas pobres de todo el mundo”.

Una vez más, los precios de los commodities afectan el nivel de vida de los argentinos. Hoy, por la inflación que conlleva, en los ’90 -a través de la apertura indiscriminada-, afectando a la producción local e impulsando la pérdida de puestos de trabajo.

La experiencia de la economía argentina durante los ‘90 muestra un resultado luctuoso para la misma. La apertura de la economía, en conjunto con el abaratamiento del dólar –que creaba un falso efecto riqueza- no mejoraron la distribución del ingreso, por el contrario, la competencia de productos importados que, en muchos casos competían con los nacionales, produjo una prolongada pérdida de puestos de trabajo y, como consecuencia, una peor distribución del ingreso. En octubre de 2000, al momento de actualizarse la metodología y la canasta de bienes y servicios del IPC, se incluyó en aquella canasta -todavía vigente- todo tipo de bienes importados, desde rosas ecuatorianas de 50cm. de tallo hasta whisky, salmón, oporto, y aún en productos de consumo masivo se elegían aquellas marcas importadas que asegurarán cierta estabilidad de precios. La deflación, que en apariencia parecía una buena noticia -porque permitía la baja de los precios al consumidor-, era resultado de la recesión. Como ejemplo, en 1997 -luego de la crisis asiática-, cayeron los precios de los commodities, induciendo a la baja los precios de los productos exportables y consecuentemente los precios de venta internos. Así, el Índice de Precios General del Comercio Exterior registra una caída de 21,5% entre 1997 y 2003; el Índice de Precios de los Productos Primarios cayó 35,5% en el mismo período; los precios de las Manufacturas de Origen Agropecuario descendieron 20,7% entre 1998 y 2002; y por último, el Índice que mide la evolución de los precios de las Manufacturas de Origen Industrial muestra un descenso de 16,8% en el período 1996-2003.

La desregulación y la apertura indiscriminada son una parte importante de los instrumentos que utilizó la administración económica menemista-cavallista para reducir los precios. La caída de los precios internos –por la sustitución de estos productos por bienes importados a menores precios-, y su impacto en el IPC, al tiempo que destruye a los productores locales, empuja hacia la pérdida de puestos de trabajo.

La nueva configuración económica que postulaba la Convertibilidad, dio lugar a la conformación de nuevos grupos de perdedores y ganadores. No fueron sólo los sectores menos concentrados y más desprotegidos los que sufrieron la mayor cantidad de quiebras y de pérdidas de empleo. La apreciación del peso provocó una fuerte contracción de los productores de bienes transables, mientras que los sectores no transables, como lo son los servicios, vieron acrecentar sus ganancias en dólares. La "eficiencia" de la producción extranjera competía contra la producción local. Dicha diferencia entre la “eficiencia” del aparato productivo local y el extranjero estaba dada –en términos macroeconómicos- por el tipo de cambio. A este factor fundamental deben sumarse consideraciones microeconómicas relacionadas con la función de producción de cada actividad. Así, mientras los sectores en los cuales la Argentina tenía ventajas competitivas, que les permitieron subsistir ante una apertura salvaje de la economía como la ocurrida en los ‘90, otras actividades, como por ejemplo la textil, el sector de juguetes, las industrias metalúrgicas livianas, la industria del mueble, etc. se vieron condenadas a la desaparición, reemplazando producción por importación.

El problema es que la inversión y el consumo entran en un espiral de contracción de la cual es difícil escapar. La primera se retrae, afectada por la falta de rentabilidad en los sectores transables. El segundo cae, debido a que el desplome de salarios y el aumento del desempleo impactan no sólo en el ingreso disponible de los consumidores sino en su propensión a gastar.

Así, mientras los miembros del establishment económico local intentaban distintas respuestas al fenómeno sin atacar su base fundacional -“el país está reacomodando el precio de los bienes no transables….con los que se comercializan internacionalmente, que se desplomaron por efecto de la crisis asiática…Si caen poco a poco, el proceso será más largo; cuando los precios se equilibren, el país saldrá del círculo de deflación y recesión”-, la realidad mostraba otra cosa.

Desde el otro extremo del pensamiento económico, Keynes postulaba que la deflación causaba más daño a una economía que la inflación, porque conducía inevitablemente a la desocupación y a la crisis, como se iba a demostrar en los años ‘30. Por otra parte, sostenía que la llamada ley de Say, según la cual la oferta crea su propia demanda, no funcionaba, y que una caída de la actividad económica no se superaba simplemente gracias a las fuerzas autorreguladoras del mercado. El Estado debía jugar así un rol esencial en la recuperación de la economía a través del gasto y de la inversión pública y del estímulo al consumo y a la inversión privada.

En los noventa, el país sufrió el efecto de la desindustrialización y crisis, con los consiguiente cambios negativos en la distribución del ingreso. En esa década, la apreciación cambiaria no tuvo siquiera un tenue efecto distributivo favorable a los sectores de bajos ingresos, porque con una economía desprotegida de la competencia de los productos industriales importados, el dólar barato significó un veloz crecimiento de las importaciones de bienes que redundó en una notable y prolongada pérdida de puestos de trabajo, elevado desempleo y, en realidad, una peor distribución del ingreso. Hoy, 17 años después del comienzo de la Convertibilidad, el país sigue sufriendo sus consecuencias.

Cualquiera que se beneficie de esta situación, lo hace a expensas del crecimiento de la economía, del desarrollo de los sectores más desprotegidos de la sociedad.