sábado, 7 de junio de 2008

Reflexiones sobre la pobreza

Alrededor de la cuestión de la pobreza hay bastante confusión. Los "analistas" han hecho bastante poco para contribuir a una discusión clarificadora del tema. Es más, han agregado más confusión. Estos "especialistas" en economía y política, por que no hay tema que no toquen, han sabido construir una realidad para los medios, que los convocan para eso, que a mi criterio, dista de la realidad. Mirando algunas estadísticas oficiales, algunas oficiales, dando una oejeada a la calle, hablando con gente del común (cuánto te extrañamos Bordieu), veremos que la realidad no es tan así como nos la cuentan. También hice un poco de "arqueología en la blogósfera, encontrando no solo disímiles argumentos para explicar el mismo fenómeno, sino que algunos autores van cambiando de perspectiva a medida que van incorporando variables a las discusiones. La nota más clara que encontré fué la de Basualdo, con quién acuerdo 100%. Dichho esto, creo que me convierto en un feroz kirchnerista, ¿no? La verdad no es algo que me preocupe. Van a continuación unas líneas sobre lo que considero sobre la pobreza.

Algunas reflexiones sobre la pobreza
En mayo pasado, el INDEC difundió el informe sobre incidencia de la pobreza e indigencia. Casi inmediatamente, un coro de “especialistas” y “consultores privados” –e inclusive la Comisión Episcopal de la Pastoral Social- desacreditaron los resultados. El clima de conflicto en que vive el país en los últimos dos meses ha endurecido el discurso descalificador e incrementado la difusión de una lamentable sucesión de falacias e inexactitudes por parte de los distintos medios y de los supuestos “especialistas” hacia cualquier información difundida por el Gobierno Nacional. La intemperancia de algunos personajes, de la mano del oportunismo de una oposición mediática polimorfa -y travestida-, trata de impedir ver lo que hay que ver.
Ahora bien, los registros de la incidencia de la pobreza del último quinquenio tienen como punto de partida el resultado de las tendencias verificadas en el país desde 1994 en términos de una creciente desigualdad de ingresos que hicieron que los niveles de privación crecieran sistemáticamente. Desde principios de 2003, el aumento del ingreso medio real y la mejora de la distribución de las remuneraciones de los ocupados, junto con el generalizado incremento del empleo, fueron factores que contribuyeron a la importante disminución de los índices de privación y de la concentración de los ingresos per cápita de los hogares.
Si consideramos el periodo comprendido desde el primer semestre de 2003 al último período informado por el INDEC- de octubre 07 a marzo 08-, del total de la población, uno de cada tres argentinos dejo de ser pobre, ya que la pobreza descendió del 54% al 20,6%, de manera tal que el 62% de las personas en estas condiciones en el primer semestre de 2003, dejaron de serlo en 2008. La indigencia tuvo una contracción mucho más impresionante: se retrajo del 27.7 % al 5.9 %, es decir que casi 8 de cada 10 personas que eran indigentes dejaron de serlo. Vale recordar que en mayo de 2003, la desocupación y la subocupación rondaban el 17,8% cada una, es decir casi 4 millones de personas tenían problemas de trabajo; en 2008, casi 2.5 millones de personas dejaron de estar en esta situación. A estas cifras hay que sumarles casi un millón trescientos mil nuevos beneficiarios de jubilaciones y pensiones incorporados en el último año y medio. La incorporación de estos casi 4 millones de personas al consumo, mas las mejoras en los ingresos de la población ocupada nos muestran un estado de cosas muy distinto de lo que habitualmente se pregona. Por ello, no puede negarse la existencia de pobres, tampoco el ideal de la erradicación total de las situaciones de pobreza o indigencia en nuestro suelo, pero las cifras y la realidad diaria no parecen dejar dudas de la disminución de la pobreza en los últimos cinco años.
Ello es evidente si comparamos los distintos resultados utilizados para desautorizar las cifras oficiales con el “uso” o la “interpretación” que se les otorga. Por ej. los informes del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina o el del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata, no permiten aseverar lo que supuestamente “afirman”, según algunos voceros, por distintas razones: Es indiscutible la falta de seriedad que tiene pretender medir la pobreza a partir de las percepciones “subjetivas” de la gente puesto que en Recoleta y en Lugano las percepciones serán diametralmente opuestas. Por otra parte, las cifras mostradas en el informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina exponen una realidad muy distante a la difundida en los medios. Veamos, de acuerdo con las cifras reseñadas en dicho informe, referidas al periodo mayo/julio 2004- mayo/julio 2007, se da cuenta de una mejora en la mayoría de los ítems medidos. Se destaca una mejora de las variables Habitat, Salud y Subsistencia, que crece 7%; Trabajo y Autonomía Económica aumenta 8,5%; y un aumento en Acceso a Recursos Públicos – es decir la posibilidad de acceder a escolaridad mínima, al seguro de salud, a seguridad y a servicios públicos- del 10%. Aun mas, al discriminar por estratos sociales, indica que los entrevistados del estratos del estrato Muy Bajo consideran haber mejorado en los tres años considerados su situación respecto del Habitat, Salud y Subsistencia (22%), del Trabajo y Autonomía Económica (14.5%) y de Acceso a Recursos Públicos (7%). Al referirse al periodo 2007, se menciona que las Condiciones de Vida mejoran 2,1%, en tanto la Integración Social lo hace 1,5%.
No cabe duda alguna de que cualquier acción tendiente a morigerar la injusta distribución de la riqueza tendrá como lógica consecuencia la aparición de diversas “tensiones” tendientes a preservar el status quo ante de quienes son los sectores empresarios más beneficiados, esto necesariamente repercutirá en todos los niveles.
Ello no debe espantarnos ni sorprendernos, no puede creerse que la puja distributiva se evidencia sólo frente a los quintiles de menores ingresos de la población; en estos días podemos observar que los propietarios de camiones que transportan cereales han tomado medidas de acción directa para manifestarse contra la prolongación del conflicto agropecuario, la razón es más que evidente, el sector en conflicto tiene mayor capacidad de resistencia que el transportista, a modo de ejemplo podemos decir que este último tiene una mayor incidencia de gastos fijos o como dicen los mayores “viven al día”, sin posibilidad de recuperar el tiempo ni el trabajo perdido, mientras tanto los cereales se pueden acopiar el tiempo necesario.
Así la redistribución de la riqueza no puede apuntar sólo a la parte inferior de la pirámide de ingresos (pobres e indigentes), sino a la reformulación de la totalidad de la pirámide, ello necesariamente implicará las “tensiones” a las que me he referido. Solo una lectura de la realidad que subestima en grado deshonesto un estado de cosas, guiada por sus intereses particulares, puede explicar el por qué de la necesidad de desviar la atención pública de lo que es en realidad el centro de la cuestión: los objetivos de un modelo de desarrollo económico inclusivo.

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