domingo, 18 de enero de 2009

Relatos de la crisis

Las últimas semanas fueron pródigas en reflexiones y pronósticos económicos para el 2009. En distintos medios, variopintos personajes -más cercanos o más lejanos a las políticas del Gobierno- han lanzado sus predicciones. En muchos casos, y con una seguridad asombrosa, algunos dictaminan que lo peor de la crisis está por venir y que el deterioro de la economía argentina presagiará días difíciles para la actual Administración Nacional. Es interesante ver una vez más cómo el discurso dominante aborda los problemas económicos y cómo los medios de comunicación imponen su visión en el debate por los significados convirtiéndola así en una lucha comunicacional por el destino de las políticas del Gobierno. Se busca licuar todo el valor de los relatos alternativos y construir la mercancía informativa de acuerdo a sus nunca declaradas necesidades corporativas.
Argentina asiste a una desaceleración del nivel de crecimiento –uno de los más altos del mundo en el último quinquenio- que obligaron a tomar decididas medidas de estímulo económico para evitar una reducción importante del crecimiento en 2009. A las funestas predicciones sobre un importante deterioro de la actividad económica y del mercado de trabajo propalado por algunos medios, se oponen anuncios de crecimiento del PIB de hasta el 4%, siendo la inversión pública la que compensa la caída de la inversión privada hasta tanto se recuperen las expectativas. El conjunto de medidas implementadas desde noviembre pasado se orientan a mantener el consumo, dándole centralidad a la demanda interna de los sectores medios y populares -quienes impulsaron el crecimiento del mercado interno en los últimos 6 años- manteniendo el ritmo de actividad de esos sectores ya que la propensión marginal y media al consumo es mayor en estos sectores, a diferencia de otros sectores que pueden postergar consumos en momentos de incertidumbre económica. La efectividad de dichas medidas se refleja, entre otros casos, en la reserva de 50 mil autos cero kilómetro registrada hace unos días. Si bien el aliento a la oferta es menos efectivo de manera directa, sirve a efectos de generar expectativas positivas, lo que es fundamental para sostener la tasa de crecimiento: al consumirse más, las fábricas producen más, por lo que los trabajadores mantienen su nivel de consumo; a su vez, una economía en pleno funcionamiento fortalece la solvencia económica del Estado, ya que una mayor actividad económica se traduce en mayor recaudación impositiva. Cuando hace unos meses atrás se discutía sobre el exceso de demanda, hoy tenemos sobreoferta de productos que el Estado busca esterilizar con medidas que alientan el consumo.
Ante la situación de crisis global que estamos viviendo, resulta indispensable un Estado protagonista que mantenga la actividad económica, como lo han demostrado las políticas aplicadas en países fundamentalistas del “mercado”: la banca central estadounidense rescató a distintos bancos para salvarlos de la bancarrota, el Estado alemán intervino comprando el 25% del segundo banco alemán, la Reserva Federal sigue bombeando los recursos necesarios para evitar el derrumbe de los papeles de la Bolsa. Sin duda, el Estado tiene que ser el responsable de la tasa de inversión en momentos de incertidumbre. En este sentido, un objetivo prioritario del Gobierno es mantener una tasa de inversión interna del 24% como en 2008. Otra medida central ha sido la aplicación de medidas arancelarias para evitar el flujo de productos importados, limitando el ingreso de aquellos que compitan en forma desleal con los bienes locales. En un mundo con una demanda en caída, la clave estará en lo que ocurra en el mercado interno, cuya evolución y dinámica estará dada por la demanda –y el correspondiente impacto en los salarios- que provea el Gobierno a través de la obra pública.
Otra afirmación dominante es el estrecho margen con el que cuenta el Gobierno ante la muy escasa disponibilidad de financiamiento, tanto interno como externo, que ayuden a sostener el gasto público. Si bien los precios de los commodities bajaron, encontraron un piso y, con fluctuaciones volverán a subir, como quedó demostrado en la última semana ante una menor presencia de Argentina en el mercado internacional de granos. Por el lado de las importaciones, ante un mundo con menos compradores, el precio de las manufacturas industriales también se encuentra en caída, lo cual ayuda a compensar la balanza comercial.
Si bien frente a un escenario de crisis internacional no es posible tener como único objetivo el superávit primario, el auspicio del consumo masivo junto con la estatización de los fondos de las AFJP, más la moratoria impositiva y el blanqueo aportarán los recursos que permitirán sostener un superávit del 3%. Como reconociera la consultora Econométrica –habitual crítica de la políticas gubernamentales- la estatización de las AFJP mejoró la situación financiera y patrimonial del Estado ya que permitirá tanto incrementar la recaudación como reducir el stock de deuda y consecuentemente los pagos de intereses y de capital.
Decididamente, el Gobierno ha ratificado el camino por el cual ha frecuentado en los últimos seis años, transitar un camino ubicado en las antípodas de las medidas ortodoxas recomendadas por la “democracia mediática” vernácula –quienes se reconocen a sí mismos como únicos gestores de los relatos “reales”-, suavizando los riesgos cíclicos de la economía y que permitió avanzar decididamente a consolidar la independencia política, la soberanía económica y la justicia social.

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