lunes, 13 de abril de 2009

¿Qué defendemos?



La merma de la actividad productivo-exportadora como resultado de la crisis global pone a prueba el modelo de desarrollo llevado adelante por este Gobierno.
Lo que quedó en claro en la reunión del G-20 es que es necesario un mayor gasto estatal para mantener los equilibrios macroeconómicos y para restablecer el crecimiento mundial. En este sentido, la administración Kirchner continúa poniendo en marcha distintas medidas para proteger los avances logrados en el mercado de empleo, proteger el crecimiento de la economía argentina y resguardar los cambios estructurales logrados. Tal como sucediera en 2001, la crisis económica planetaria actualiza el debate sobre la necesidad de contar con un modelo de desarrollo sustentable, no solo basado en un aumento creciente del PBI sino también que mejore el estándar de vida de sus habitantes. Así, las principales medidas se orientan a cumplir un papel anticíclico, expandiendo la demanda en pos de la reactivación económica, en general, y de apoyo a la industria, en particular. Sin duda, este planteo generará “tensiones” entre los distintos sectores empresarios que intentaran mantener el status quo ante.
Recurriendo a las cifras que proporciona la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales, tenemos un panorama de los resultados alcanzados en el mercado laboral durante el ciclo expansivo que vivió la Argentina desde 2003, lo que nos indica quienes han sido los sectores favorecidos dentro de la lógica de impulsar un modelo de desarrollo inclusivo.
Si se analiza la dinámica de creación de empleo registrada entre 2002 y 2007, encontramos que los puestos de trabajo se expandieron 28,7%, representando 3 millones 806 mil nuevos empleos en este período. En 2007, del total de trabajadores del país, el 18,2% trabajaban en el sector Comercio -generador de 612 mil nuevos empleos en este sexenio-, el 14,3% lo hace en el sector Servicios Educativos y de Salud; la Industria absorbe el 12,9% de los puestos, el sector de la Construcción participa con el 8,5% y las Actividades Inmobiliarias y de Alquiler representan el 8,2% de los puestos de trabajo. Estos cinco sectores mencionados reúnen el 62,1% de los puestos de trabajo de los argentinos. Al comparar estos valores con los de la década del ‘90, podemos observar que en ese período la Industria pulverizó 300 mil puestos de trabajo, siendo uno de los cuatro sectores con un saldo negativo en la generación de empleo durante ese ciclo. El sector de la Construcción y el de Comercio, que languidecían durante la Convertibilidad, dieron un salto vigoroso a partir de 2002. Las Actividades Inmobiliarias, Empresariales y afines, continúan mostrando crecimiento, aunque a una menor tasa que en el ciclo previo. Ahora bien, si observamos los cambios en la estructura sectorial del empleo a la luz de la participación en el período 1993-2001 –pleno auge de la Convertibilidad-, podemos ver quienes han sido los sectores ganadores y perdedores del actual modelo de desarrollo industrialista e inclusivo. En los noventa, la Industria fue el sector que mostró la peor performance, perdió el 19,4% de sus puestos de trabajo y si bien en los últimos años no ha logrado recuperar todo su viejo esplendor, sigue siendo un sector muy importante en la generación de empleo; Actividades inmobiliarias y empresariales sigue ganando puestos de trabajo, así como Minas y Canteras, aunque este último tiene un peso minúsculo en la ocupación total; la Construcción luego de haber mantenido casi sin cambios su participación en el empleo, pega un notable salto con el cambio de modelo económico; Hoteles y restaurantes, luego de una notable expansión en la distribución sectorial del empleo durante los noventa, continuó creciendo en el último sexenio, aunque a una tasa menor.
La economía se encuentra transitando nuevos senderos a partir de la traumática salida del régimen de convertibilidad, presentando cambios estructurales que dan surgimiento a un nuevo patrón de acumulación y reproducción del capital frente a la agotada hegemonía de la valorización financiera y el ajuste estructural y que permiten enfrentar la crisis mundial, sin perder el rumbo de la transformación iniciada, bajo el objetivo general de lograr la inclusión social.

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