domingo, 26 de julio de 2009

Alberto, no tenés cara......


El kirchnerismo inicial comprendió las demandas surgidas de los días calientes de fin del 2001, las demandas acuciantes de una renovación política, tal vez no tanto de personajes -ya que luego de 2003 varios se reciclaron el gobierno de Néstor- sino de políticas. Comprendió como pocos que una manera de hacer política se había acabado, ya no más posibilismo radical ni "progresismo intelectual" del Frepaso, por que la gente necesitaba era otra cosa. Demandas tan sencillas como tener salud, trabajo o una jubilación que alcanzara para algo, en fin, lo que demanda toda sociedad moderna, aquella en la que Vattimo dice se enfatiza la lógica del desarrollo –la creencia en el perpetuo mejoramiento y superación– como crucial para la fundación filosófica del orden moderno. Los primeros años de la gestión K fueron años de emergencias, de gambitos intsitucionales -y económicos- todos justificados en la necesidad de reconstruir lo que el terremoto de la Alianza nos había dejado. Su estilo de hacer política también recuperó esa opción dicotómica tan preciada por el peronismo, el ellos y el nosotros, inconclusa construcción de una épica, de un relato de la sociedad política imposible de recuperar. El kirchnerismo no comprendió la futilidad de la enunciación de un mensaje sin destinatario. Se recurrio insistemente al los pilares báscios del peronismo, sin reparar que muy poca gente recuerda a los "santos" y a la liturgia de la iglesia peronista. La inesperada debacle electoral del 28J dejó al desnudo la impericia al momento de comprender un nuevo imaginario social. Le faltó la capacidad de interpelar a los distintos segmentos de la sociedad necesarios para sostener una gestión de gobierno que intente llevar a cabo las demandas que la sociedad solicita. Dicho esto, no me deja de llamar la atención las palabras de Alberto Fernández: "Todo diálogo es bienvenido. Pero el diálogo en sí mismo no alcanza". Justamente él, que hizo del ninguneo de las otras patas de la mesa de la democracia una práctica cotidiana, ahora, desde afuera, desde su condición de fundador del movimiento kirchenrista, nos viene a proponer nuevas formas y modelos de cosnsensos que nunca aplicara mientras fuera el mandamás en materia de generación de políticas del primer gobienro K. No tiene cara.

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