sábado, 19 de diciembre de 2009

PyMEs: herramientas para el desarrollo

Distintos informes, tanto oficiales como privados, dan cuenta del alto grado de concentración y extranjerización de la estructura productiva del país. La "desnacionalización" de la economía argentina registrada durante los noventa – cuyo proceso aun hoy continúa- no sólo generó transformaciones relevantes en la estructura productiva local, sino que también trajo aparejadas consecuencias negativas para alcanzar un crecimiento con inclusión social sustentable en el mediano/largo plazo. En este marco, y a los efectos de morigerar tales impactos, entre algunas de las líneas de acción en desarrollo dentro del Gobierno Nacional se encuentran el reforzamiento de las actuales políticas de apoyo y la construcción de un sistema financiero especializado en PyMEs. En este sentido, en los últimos tiempos, la política crediticia del Banco Nación ha sido reorientada hacia el sector de la producción en general y a la pequeña y mediana empresa en particular. El acuerdo firmado con el Fonden (Fondo de Desarrollo Nacional) venezolano discurre en esa misma línea. El interés principal en prestar un decidido apoyo a este particular sector productivo reside en que representa una fuente alternativa de equidad económica; es decir, que su existencia permite moderar, atenuar o contrarrestar la tendencia a la concentración del ingreso, contribuyendo así a que la riqueza generada a partir de los procesos productivos beneficie a un mayor número de integrantes de la sociedad. Asimismo, fortalece el tejido productivo del país, ya que las grandes empresas pueden contratar a las pequeñas y medianas para que realicen parte de sus procesos de producción, dado que estas últimas poseen gran capacidad de adaptación y flexibilidad.
Una problemática común de las PyMEs es la falta de acceso al crédito. Desde hace muchos años existe consenso en que los mercados financieros no funcionan en forma competitiva debido a la existencia de asimetrías informativas que generan problemas de selección adversa, riesgo ético y costos de monitoreo en los acreedores. Esto sucede con las grandes empresas pero en el caso de las PyMEs este problema es doble. En primer lugar, la escasa cobertura o garantías que ofrecen; por otro lado, las tasas de interés que pagan, debido a que no es posible distinguir los riesgos entre un conjunto de PyMEs (todas ellas calificadas para obtener crédito) es común que el costo de financiamiento sea homogéneo dentro del conjunto, provocando que las empresas con menores riesgos y mejor performance acaben pagando los mismos costos de financiamiento que las más riesgosas.
En numerosas ocasiones, detrás del fracaso de una PyME no se encuentra tanto el desconocimiento del mercado o la ausencia de una adecuada actividad comercial, como una insuficiente planificación financiera, dentro de la cual es fundamental la gestión de la relación con las entidades bancarias. Si bien es cierto que hay que prestar atención a la esencia, al corazón del negocio, un corazón sin un adecuado sistema circulatorio no puede funcionar.
Ejemplos en el mundo de sistema de apoyo a este sector productivo no faltan. Muy conocido es el desarrollo de las PyMEs -mayormente industriales- en Italia a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, quienes se han destacado por su vigor y una gran capacidad de penetración en los mercados internacionales en especial a partir de la década del setenta. Otro caso interesante es el de la Agencia Federal para el Desarrollo de la Pequeña Empresa de Estados Unidos. Fundada en 1953 por el presidente Eisenhower, proporciona préstamos directos a las pequeñas empresas y aboga y por ellas ante las agencias de contratación federales y ante las grandes empresas. En 1964, esta agencia implementó el Programa de Préstamos de Igualdad de Oportunidades. Este programa, con moderados requisitos de garantías para los solicitantes, fue un esfuerzo para promover las nuevas empresas que habían sido incapaces de obtener apoyo financiero pero que eran iniciativas confiables.
Así como cuando a los empresarios les va mal no se les puede pedir que distribuyan miserias, cuando el contexto político y económico empuja con viento a favor y hay utilidades, es claramente natural que haya una mayor equidad en la distribución de las ganancias.

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