lunes, 15 de marzo de 2010

La tristeza y los ataúdes


Escribe Orlando Barone: Mientras los entusiastas teleespectadores de 6,7,8 se autoconvocaron en la plaza de mayo y los grandes medios los consideraron invisibles, lo que se está haciendo visible es la tristeza de los opositores. Repentina e inesperada irrumpe en el momento en que la oposición más algazara producía. Los entristece justo cuanto más festejaban. Si será yegua que sale ilesa y limpia del insulto. Por eso les cunde la tristeza, como un estado de acabamiento y de defraudación que se patentiza desde los grandes medios. Y desde los periodistas grandes “enculados”, porque sus opositores favoritos se descubren endebles, inconsistentes o pigmeos. Y no reaccionan como esos periodistas grandes les ordenan. Han quedado desnudos a plena luz de la política. Y desnudos se corporizan en la realidad de su tamaño de juguete. No es joda jugar a los congresales con tanto público encima y después de crear expectativas de belleza acabar en esperpentos. Es como pasa en esos encuentros de psicodrama en el cual los protagonistas liberados empiezan autoengáñandose con caricias y al rato, si el terapeuta se distrae, se dedican a la sinceridad de la mutua matanza. No tengan esperanzas: si solo aspiraron a crear la desesperanza y el horror deberán resignarse a que se vuelva contra ellos.
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